Aplausos a la puesta de sol
Pedro Martínez Corada -autor de este texto- representa la ardua lucha de mantener vivo en los vertiginosos tiempos dominados por la Red, el sabor metafórico de la letra impresa dirigiendo y editando la revista digital Almiar Margen Cero esde hace más de 20 años, con la morosidad y tejido de un papiro. Y nos ha dado a algunos el ejemplo de que ello se podía hacer; o sea, trasmitir poesía a muchos megahercios. Por tanto, no sé a quién admiro más, si a Pedro o al fiel lector que se mantiene y sigue disfrutando de este placer independientemente de su soporte. Pero, Pedro es un mucho Pedro, ahí seguirá de vigía y yo seguiré admirándole como espero que os guste el ensayo que nos manda en esta ocasión que tiene, también a mi juicio, un aire de nostalalgia juvenil.
Una vez un viejo pescador encontró un libro entre las redes puestas a secar en la explanada del puerto de Santa Lucía (Cartagena, España). Lo abrió y sólo encontró un anzuelo del que pez alguno pudiera zafarse. Y la perla blanca que creía perdida desde la última vez que su padre y él tuvieron una buena captura y él escribió su primer cuento, puesto que esa perla —a diferencia de la negra de la de John Steinbeck — no tenía un valor económico, pero en ella el mar anidó el secreto de todas las historias.
Aniceto Valverde
Siendo joven, muchísimo más que ahora, te encontraste por la calle a esta muchacha que tocaba el violín de una forma cautivadora. Estaba aislada del mundo y sus complicaciones. Por eso los solitarios como ella y tú eráis los únicos capaces de escuchar la música que emanaba del violín.
Y, siendo tan jóvenes ella era una virtuosa del instrumento. Y él el mejor de los públicos.
En la foto no se ve. Pero él estaba esculpido en una estatua de bronce y, aunque no hubiera querido, no le hubiera quedado más remedio, tan fijo como ella, que reconocer y aprender la música de Mozart puesto que estábamos en Praga, aunque no enfrente del muro dedicado a The Beatles, que tiene su historia como la del tanque rosa.
Aniceto Valverde
Amo la vida, aunque me haya llevado muchos reveses y puñaladas traperas. Amo la vida de todos los hombres y la respeto, de las mujeres y los hombres, de las buenas e incluso de las malas personas. Todos los hombres y las mujeres son mis hermanas como decía Walt Whitman.
He fotografiado muchos amaneceres de sol fulgurante; presagio de días tórridos y siestas de bochorno con todas las persianas intentando crear una penumbra que la aliviase.
He de morir un día, cuando llegue el día. Pero he vivido. Y cuando llegue el día seré feliz si es un atardecer como el de la ilustración y me conste la felicidad de quienes más quiero y a los que inculqué el amor a la vida. Al fin y al cabo toda sombra es hija de la luz. Y quienes no han vivido en la luz, mueren en la oscuridad y esos no pueden decir que hayan vivido.
Aniceto Valverde
El primer café de la temporada.
Estábamos cansados de lo que había sido un periodo muy intenso; sobre todo por el papeleo que llevan muchas cosas. Dicen o decimos los juristas, sin ánimo de ofender, que existe una `fuente del Derecho’ no contemplada en el Código civil. Y es la interpretación y aplicación que, de la misma norma, haga cada operador jurídico. Dicho llanamente, e incluso popularmente, que existe una regla de derecho distinta según la ventanilla que te toque. En verdad, esto ya no es tanto así…
Pero en cualquier caso, estos asuntos generan mucho estrés. Algo parecido a cuando el ciudadano se enfrenta a la Administración sanitaria. Son máquinas muy complejas e incluso esotéricas.
En definitiva que hoy me he podido tomar un café tranquilo en una playa casi desierta donde ha amanecido brumoso. Igual mejora luego.
INCERTIDUMBRES
Soy un hombre incierto
y miro al mar
ululante, bello y también incierto
como la libertad que siento.
Estoy soñando, me despierta
el frío cierto de la mañana,
que habrá de llevarme una vez más
y aun lejanamente enamorado de la libertad,
a la fría desnudez existencial
de las torres de metal
y de los árboles de plástico.
Soy la persona que se esconde
entre las líneas y detrás de las palabras.
Decidme:
¿Estará hoy limpio
el decorado de mi vida
como para que me azote el viento
que mece sus cabellos?
Aniceto Valverde