LA CUÁNTICA y RELATIVIDAD DEL TENIS-PADDLE

Estoy convencido con casi total seguridad de que fue cuando se impuso la moda del paddle desplazando al tenis tradicional. Hasta ese momento creíamos, aunque sólo en nuestro fuero interno (no vas a contar tus debilidades al contrario), que eran las raquetas las que ya no se hacían como antes y eran menos buenas, por ejemplo y aunque no pudiéramos dejar de pensar o ser conscientes de que la edad hace su mella y ya no tienes ni la capacidad ni la habilidad de que gozabas antes y que has ido perdiendo con el paso del tiempo.

Hacía muchos años que Pepe Vereda y yo jugábamos al menos un partido de tenis a la semana. Y ya digo que, desde hace ya cierto tiempo, se sucedían aunque levemente extraños fenómenos en el desarrollo y ejecución de las jugadas. Quiero decir que yo encontraba cosas raras, que Pepe percibía igualmente, pero que ambos callábamos para evitar que se achacaran a esa pérdida de capacidades y a alguien se le ocurriera la gracia de decírnoslo.

Pero fue, como digo, con el advenimiento del paddle cuando la cosa se tiznó aún más. Pero aun así encontramos una justificación física entre ambos, pues ya sí que hablábamos entre nosotros del problema. Las raquetas de uno y otro deporte son distintas. Y, efectivamente (y nunca mejor dicho) no es el mismo el efecto que se da a la bola o pelota con la clásica raqueta de tenis -de superficie de golpeo entretejida de cuerda- que con la dura madera de la que se usa en el paddle…

Bah, excusas. Estábamos ya -antes de que viniera el paddle- viejos y torpes y no podía ser que, por ejemplo, mi revés propulsara la bola a la izquierda y, viceversa, así como que casi todos los golpes fueran a la red y las dejadas nunca la traspasaran en la medida deseada… A veces, cuando ibas a proceder al saque, la bola se caía al suelo bien directamente como si pesara más, bien como si se colase y la raqueta no golpeaba sino el aire mismo.

Comoquiera que esto nos pasaba a ambos (y a todos los socios, aunque nadie lo confesase o ni siquiera mencionase) siempre íbamos empatados. Cuando jugaba uno siempre perdía el punto en favor del otro dados los erráticos comportamientos de la bola y/o raqueta. Y viceversa. Llegaba un momento en el que teníamos que dejar de jugar pero ya de puro agotamiento estancados en ese punto muerto. Se podría decir que cada uno jugaba para que ganara el otro. En realidad estamos padeciendo el llamado «principio de incertidumbre», enunciado por Heisenberg en 1927 (que también se deriva de la Relatividad). Sólo las nopartículas o antimateria neutrinos con los que los científicos intentan trabajar en el llamado Acelerador de Partículas Subatómicas (CERN, Ginebra) hubieran podido romper a consta de cargarse la materia pues en puridad ellos carecen de sustancia. Y, digo yo, joder, no era más fácil cuando caía al suelo inexorablemente de pura madura, la manzana de Newton. O antes las bolas de tenis. Pero no, ya nada es de cajón. Todo es incierto y provisional. Y si se cumplen algunas profecías, este apocalipsis acabará siendo gestionado por la Inteligencia Artificial como si fuera una partida de ajedrez contra uno mismo en el colmo de una esclavitud provocada por la ambigüedad o la nada existencial.

 

Aniceto Valverde Conesa

*Miembro de la Asociación de Escritores de Cartagena (AESCT)

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *