SINGLADURA POR SAN ANTÓN

Ilustración por Jesús Manuel García*. Todos los derechos reservados.

Para Pedro José

Nos habíamos quedado en los rollicos bendecidos que compraban y nos daban nuestras madres y la abuela cuando ella aún tenía recuerdos… Y por las Fiestas del Santo Patrón del Barrio, que no eran ahora.

Había llovido mucho, quizás no tanto como para que la Rambla de Benipila se inundara. Pero recuerdo que la linde de ella con la casa de mi abuela materna -la de los rollicos que he mentado, situada enfrente de la cárcel del Barrio de San Antón, cuyo más ilustre inquilino era o había sido ‘el Lute’– formaba como una vaguada que sí que quedó encharcada. Y con bastante profundidad. Debía de ser, pues, como hacia el mes de septiembre de aquel lejano tiempo del que hará más de cincuenta años. Y tanto, creo que yo tenía cinco. Era el campo y las veredas, llenas de cardos borriqueros que comíamos a veces, por las que el pastor de mi abuelo Ginés llevaba a las ovejas camino del corral de la casa. Recuerdo que conforme iban entrando por su puerta les pintaban con una especie de mazo de mortero en el lomo un círculo como de color azafrán para irlas contando y no se perdiera ninguna, mientras los perros hacían su labor de reagruparlas una vez más tras haberlo hecho mientras pastaban.

Al lado de la casa, en cuyo frontal mi abuela Dolores tenía un jardín precioso con un melocotonero también -y cuya savia gelatinosa y viscosa se te pegaba al cuerpo al trepar por él-, había un bidón de petróleo (los hubo cuando la Guerra de gasógeno por la escasez de aquél). Estaba vacío naturalmente. A mi primo, que aun siendo algo menor de un año que yo, era muy lanzado, me propuso el periplo por esa zona encharcada.  Así que cogió una rama fuerte y larga y nos metimos en el bidón ya dentro del agua. Y como si fuera un gondolero, usaba la rama como más que remo, palanca ya que la hendía en la tierra y hacía que el artefacto se moviera surcando aquel mar. La verdad es que yo iba bastante asustado porque creía que abocaríamos, es decir, que dada la altura del bidón (su centro de gravedad) volcase en cualquier momento y diera con nosotros en el fango. Pero no. De esta guisa arribamos a la antigua Fábrica del Oxígeno, que dirigía su abuelo paterno y como era costumbre de la época, también vivía en ella junto a su familia. Para él y su hermana eran el Pae y la Mae. En aquel momento se encontraba allí también mi tío Pepe; mi tía -la hermana de mi madre y ésta misma- estaban en casa de mi abuela materna: el punto de partida de nuestra singladura. Todos, abuelos y padre de mi primo, se echaron las manos a la cabeza cuando nos vieron llegar de aquel modo náutico o marinero de agua dulce…

Pero lo que fue peor fue la reprimenda que nos llevamos porque, efectivamente, el bidón de petróleo que nos había servido de nave no sólo no estaba limpio, sino que nos pringó de alquitrán o desecho de petróleo hasta los ojos. Y nuestras madres, se tuvieron que afanar hasta lo indecible para limpiarnos, casi dejándonos la piel en carne viva No recuerdo el castigo; pero tuvo que ser gordo en proporción a la trastada…

Mi tío Pepe nos había llevado desde esa antigua Fábrica del Oxígeno hasta la casa de mi abuela en su 1.500. Mientras íbamos por el corto camino transitable, dijo: «Mirad, por allá va el Pana con sus caballos y con su yegua de nombre “Monísima”».  Yo no lo vi acongojado como iba de la que habíamos liado -también mi padre me habló de él-. Creo o me cuadra imaginarlo como que era gitano. Un gitano al que yo -en mi infantil imaginación- remataba en gallardo bandolero. Hasta este solo recuerdo llega la memoria de un niño de cinco años, que después tuvo que pasar largos años fuera de Cartagena.

 

Aniceto Valverde Conesa

* El dibujo que ilustra este modesto relato ha sido rápidamente esbozado por mi amigo Jesús Manuel García. Historiador e informático de muy buen gusto ha sido el creador de la serie “La gran batalla por Murcia”, cuyo héroe, Megacuarenteno es el azote de los malditos covides. Lleva ya más de doscientas tiras de viñetas y ha merecido el reconocimiento de medios de comunicación regionales. Podéis encontrarlo en: www. megacuarenteno.es

 

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