MONARQUÍA
UN ARTÍCULO DE PAZ QUE POSIBLEMENTE NO GUSTARÁ A NADIE
Escribo estas líneas desde el corazón aun a sabiendas de lo dicho: no dejarán satisfecho a nadie.
La Entrada consta de dos partes: un audio en inglés y su traducción al español y el texto que, con ayuda de la Divina Providencia, sea capaz de escribir.
Audio introductorio:
Cuando era no más que un adolescente, en los albores de la llamada Transición, vi una pintada en la calle que jamás olvidaré. Ponía: «Francamente mal. Realmente bien.». Poco tiempo después se aprobó la Constitución con su Título II relativo a la Corona. Y ello suponía la viabilidad de la convivencia pacífica entre los españoles como parece que ha sido así desde entonces y debe seguir, aunque ciertamente sea una institución costosa, que, como otras cosas o servicios, deberían pagar en mayor medida los que más tienen. Y aunque sea también verdad que han salido a la luz ciertos comportamientos reprobables…
¿Cuándo aprenderemos en este país que la inviolabilidad e inmunidad de los cargos públicos lo es o debiera ser exclusivamente para los actos u opiniones vertidas en el ejercicio de sus funciones? Que, en suma, está el cargo y la persona física que lo encarna. Y ya sé que es dudoso en el caso del Rey dado el tenor literal del artículo 56 de la CE no hace distingos, pero que, al exigir el refrendo (ratificación) del ministro competente de sus actos, me parece claro que se refiere a lo mismo, y es que deberían quedar excluidos los actos privados o personales. El sistema no es malo, quizás lo hagamos mal nosotros mismos muchas veces haciendo trampas o haciéndonoslas.
No me voy a enrollar más ni trato de escribir como experto, pues no lo soy y en nada, ni tampoco como forofo…
Como una parte (y además de relevancia) de la Constitución, mientras siga vigente el Título II y -entre otros- el artículo 1.3 que establece que: «La forma política del Estado es la Monarquía parlamentaria», tendremos Rey o, en su caso, Reina elegidos -mejor dicho- designados conforme a esas reglas, que, a mayor abundamiento, son conformes a la sensibilidad de una gran parte de la ciudadanía.
Ello, quiero creer, será beneficioso si así lo hacemos ser los propios españoles, que somos -o deberíamos ser- gente de paz como “Joey”, el chico de la canción del mismo nombre de Bob Dylan cuyo extracto y traducción he puesto al principio.
Y uno será libre de publicar fotos como las que ilustran estas líneas del cambio de la Guardia Real sin ser tachado de ser-vil (Luis Carandell) que era como se llamaba a los diputados monárquicos de las Cortes de 1812. Pero esos sí que eran otros tiempos. Uno, como decía Valle-Inclán, es «feo, católico y sentimental» Y radicalmente pacifista en el buen sentido de la palabra Paz. Sin necesidad de agitar ninguna bandera cualquiera que ésta sea y soy de Cartagena, dicho sea con orgullo para poner ya punto final a estas torpes palabras.
Aniceto Valverde Conesa
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