Listado de la etiqueta: el Galgo

NADA QUE LA TERNURA NO QUISIERA

El Galgo’ nos dio  la Nochevieja, o ya la madrugada de Año Nuevo cuando dormíamos un ratico -por parejas- en aquel apartamento de La Manga cuyas llaves me había dejado el hijo de un amigo de mi padre que se dedicaba a gestionar su alquiler y venta y que, a su vez, era amigo mío: el tío –‘el Galgo’, quiero decir- se había comido una dexedrina (una anfetamina muy fuerte) y le dio un ataque de nervios o ese efecto de agobio y angustia que da la aceleración del corazón como si estuvieras preso o atrapado y no pudieras librarte de la cadena psicológica que te atenaza.. Y menos mal que yo supe tranquilizarle porque las chicas, la Luisa y Begoña, lo pasaron muy mal.. ‘El Galgo’ cuando se le hubo pasado el efecto prometió no hacerlo más. Él con lo nervioso que era ya de natural, pues no era plan echarle más leña al fuego. Y pareció haberlo comprendido. Hay que ve lo que influyen las circunstancias sociales y económicas en estos peligrosos temas.

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UNA NOCHEVIEJA PASADA POR AGUA

Tras estos días sin vernos y sin que, por tanto, te pudiera seguir dando cuenta de nuestras andanzas, para seguir, te refresco un poco la memoria. Estábamos en que nos había tocado un premiecillo en la Lotería de Navidad: un duro por peseta invertida. Ya sabes que es un decir. De tocarnos nada y si acaso fue a la Luisa y a Begoña (que lo organizó todo) que eran las que tenían los dos talonarios de papeletas o participaciones para el viaje de estudios de una compañera mayor y ni ellas ni nosotros, ‘el Galgo’ y yo, Félix, habíamos vendido ninguna. Pero hicimos como quien no quiere la cosa y Begoña puso el dinero para pagarlos como si los hubiéramos endosado todas sus papeletas y fuimos cobrando el premio de la misma forma…

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UNA FELIZ NAVIDAD

Jo, macho, no quiero ni contarte la Navidad que pasamos armados con las treinta mil pesetas que nos habían caído del cielo al tocar uno de esos premios de pedrea -a duro por peseta en nuestro caso-, que se jugaba al número de las papeletas dos de cuyos talonarios habían sido entregados a la Luisa y a Begoña, respectivamente, por una compañera del tercero del Instituto y que eran en realidad para sacar algún dinerillo de ayuda para el viaje de estudios que tenían previsto hacer. Ellas, nuestras novias, se habían olvidado completamente del encargo y no habían vendido ni una sola de aquellas participaciones. Empero, pagamos el nominal’ y fuimos cobrando poco a poco el premio.

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Y VINO LA LOTERÍA DE NAVIDAD

Tal vez -me contaba Félix- podía apreciarse ya cierta distancia entre nosotros. Se dice que una mujer puede interponerse entre dos o más amigos y separarlos. No lo digo de la otra forma ya que podría resultar ordinaria… Y no era el caso ni el uno n el otro. La Luisa y Begoña eran ya nuestras novias. Distintas la una de la otra, claro está, en correspondencia con el carácter de mi amigo ‘el Galgo’ y el mío más tirando a romántico que había subido a Begoña a los altares. Encima -y ahora después cuento exactamente lo que o cómo ocurrió- vino a tocarnos la Lotería de Navidad y con ello a poner un paréntesis morrocotudo en nuestra vida y relaciones.

 

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EL ‘EMPAREJAMIENTO

Habíamos quedado ‘el Galgo’ y yo, Félix, en la plaza de España antes de ir al Instituto a ver a nuestras recientes amigas Luisa y Begoña que estaban allí matriculadas en el régimen ‘Nocturno’. Andaba yo algo confuso sobre la bondad de la idea de hacer esa visita en cuanto a mí interesaba. ‘El Galgo’ pasaba ‘mazo’ -aparentemente- del tema. Era mayor y mucho más duro que yo; si, tanto -como se dice- de Isidoro Máiquez, de su estatua… Encima se acercó un conocido suyo -no del genial actor- sino de ‘el Galgo’ que se empeñó en que nos fumáramos un ‘porro’ con él. Yo no quería ‘distracciones’. Encima iba a ser mi primera vez -si yo casi no fumaba ni tabaco- y además tenía miedo por si acertara a pasar por allí la Policía.

 

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LAS QUINIELAS (y 2)

Había cundido el pánico entre los miembros de la Peña Taurina «El Astado» por la misteriosa desaparición de don José -maestro de billar también- con el boleto premiado de la quiniela de la semana pasada.

‘El Galgo´ se recuperaba con milagrosa rapidez de la brecha que se había hecho en la cabeza al dar con ella en el pavimiento de la plaza de los Héroes de Cavite. Y ya andaba dando tumbos por la ciudad y especialmente por los alrededores de ese monumento.

En mi también dura cabeza, tampoco cabía un pensamiento más que no fuera sobre la ‘enfermerita’ Begoña. Como les pasaba a los de la Peña sobre don José, no sabía nada de ella.

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