«PAZ, PIEDAD, PERDÓN»

El día 18 de julio de 1938 en Barcelona el Presidente de la II República española, Manuel Azaña, pronunció el discurso -y nunca mejor dicho- conocido como el de las «tres P» (Paz, Piedad y Perdón).

«…El enemigo de todo español es siempre otro español. El español es ser al que le gusta decir siempre lo que se le antoja, pero le molesta que haya otro español que goce de igual libertad…

»El exterminio del adversario es imposible, por muchos miles de uno y otro lado que se maten, siempre quedarán de las dos tendencias para que se les plantee el problema de si es posible seguir viviendo juntos o no.

»Pero cuando las generaciones venideras vengan y la antorcha pase a otras manos  y se vuelvan a enfrentar las pasiones de unos y de otros, pensad en los muertos que reposan en la madre tierra, ya sin ideal, y que nos envían destellos de su luz, de la que la patria daba a sus hijos: Paz, Piedad y Perdón».

Sólo podía expresarse así un hombre que fue capaz de convertir en coprotagonista de una de sus muchas novelas (Manuel Azaña era un gran literato también) a un alto militar de carrera del Ejército de la República, de convicciones republicanas, que temía ser asesinado por los propios milicianos en lo que se vino a denominar «El terror Rojo de la Retaguardia» de lo que desgraciadamente sabemos bastante en Cartagena. Y de los otros horrores también…

En la guerra no hay ganadores ni vencidos: todos pierden.

 Aniceto Valverde Conesa

(Fuente: «Los discursos del poder. [Palabras que cambiaron el curso de la Historia]», Ed. “Belacqua”, págs. 130 a 138)

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