CON MIS PROPIAS MANOS
Te quería como a nada en el mundo. Con mis propias manos acariciaba tu cuerpo de un confín al otro derramando amor.
Mientras yo me derretía y cada vez era más y más pequeño, tú tocabas el cielo con la punta de tus dedos. Mi querer era tan grande que te sentía inalcanzable, inasible, casi infinita…
Llegué a morir de amor.
Tú, en recuerdo de mis caricias, encargarte al maestro que modelara mis manos que aún seguían ansiosas de tu cuerpo como si fueran mis propias manos engrandecidas por tu amor.
Aniceto Valverde Conesa
(N. del A. Las imágenes corresponde en realidad al desarrollo del trabajo del maestro Lucio de Paco de la Asociación de Gigantes y Cabezudos de Cehegín, Murcia).
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