LUCIANO POYATO

No era el más fuerte ni el más ágil. No se defendía bien en la búsqueda del sustento. Tampoco era el más popular de la manada pues hacía cosas extrañas según el criterio mayoritario entre la comunidad. Pero un día, cuando iba el último de la expedición, este mono habilis encontró una maraca. De casualidad comenzó a hacerla sonar. A partir de ese momento todos los demás fueron tras él. Para lo que nos gusta, dicen, tenemos genio.

EJECUTIVO’ DE LOS SIN TECHO

PERFIL. LUCIANO POYATO ROCA (Cartagena, 1964) es presidente de la Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente (UNAD) tras una larga carrera profesional iniciada en el colectivo La Huertecica. Parece una persona en paz consigo misma, coherente. Resulta, en la entrevista, apacible, sosegado y dialogante. Unas características que se desprenden incluso de su apariencia personal, especialmente de una cara ancha que denota franqueza y convicción. Alguna vez le he llamado el “Serrat” de los que han caído en el infierno de la droga, del lumpen actual, por parecerse en los rasgos bonachones. Aunque él insiste en quitarle romanticismo y subraya su carácter de gestor. Siempre ha sido el tipo simpático y vitalista que a toda suegra le hubiera gustado tener por yerno.

 

Pregunta.- Comencemos por lo actual. ¿Cómo lleva la tarea de representar a tanta gente que hay ya implicada en ese mundo de la atención al drogodependiente?

Respuesta.- La verdad es que al principio se siente uno como con mucho peso, quizás algo agobiado. Piense que se trata de dar respuesta a más de 250 organizaciones con unos 2.800 profesionales y 3.000 voluntarios y, en definitiva, a las más de 300.000 personas que anualmente demandan tratamiento. Considero que lo importante en un representante es saber escuchar y eso es lo que se aprende. Uno no debe tener al tratar estos temas una perspectiva visionaria. Existe este problema y la necesidad de paliarlo. No hay que plantearse otro u otros objetivos ya que la problemática está ahí bien presente.

 

P.- Debe ser bastante difícil alcanzar consensos, ¿no?

R.- Nosotros hemos creado cauces de comunicación entre las asociaciones y todos los que intervenimos en esta labor. Es decir las demandas reales son las que nos transmiten, digamos, de abajo arriba, de manera que se trata de gestionar adecuadamente y dar esa respuesta a la casuística que nos transmiten y que nosotros mismos conocemos de primera mano en las numerosas visitas que hacemos a los centros. Cuando sabes lo que necesita la gente ya si te sientes respaldado. En eso estamos de acuerdo y ése es el consenso básico del que partimos y no de ideas preconcebidas. Pero debo insistirle en que es fundamentalmente una labor de gestión que debe ser de calidad, aunque también se pone calidez humana.

A partir de la definición y del análisis de las necesidades que conocemos a través de ese mecanismo que le he expuesto, con la participación de todos los implicados y no sólo de la idea de una persona como pudiera ser yo mismo, se elaboran los planes estratégicos de la organización. Para el periodo 2008-2012 estamos elaborando uno que, entre otras cosas, aborda la cuestión de cómo quiere verse la Unión durante este periodo, en definitiva, qué valores vamos a asumir para gestionar la cuestión y demandarlos a las Administraciones Públicas y, al mismo tiempo, que calen en la sociedad misma.

P.- Vayamos a sus comienzos. No quisiera que pareciera frivolidad, pero creo que Ud. encontró su maraca en estas tareas sociales, es decir esa facultad que todos tenemos y nos hace distintos. ¿Cuándo y por qué tuvo Ud. la certeza de que su vida transitaría por el camino de la dedicación a los demás en estos temas?

R.- La verdad es que fue una casualidad. No fue ninguna revelación o inspiración al modo en que a veces se entiende el concepto de vocación. Yo estaba terminando mi carrera de Ingeniero Técnico Agrícola en la Escuela de Cartagena, allá por el año 1986 o 1987. Vinieron los padres de un toxicómano a verme, pero en calidad de técnico para que pusiera en valor agrícola una finca que era La Huertecica. Fui la primera vez y ya quedé impresionado por el estado en que se encontraban las personas que estaban allí, con su realidad vital. Pero me lo planteé como un problema que necesitaba una respuesta. Ya ve, me llamaron como técnico y en cierta medida lo he intentado ser o aplicar a este problema social. Aunque no niego que ya desde entonces sentí el afecto que dan aquellos a los que intentas ayudar y el que yo sentía hacia ellos.

 

P.- ¿Se ha endurecido con las dramáticas situaciones que haya podido conocer por razón de su labor social? ¿Podría contarnos alguna de estas situaciones, una de las que más le haya podido impresionar?

R.- Fue muy duro a partir de los años 1989 y 1990. Los tratamientos de desintoxicación estaban dando su fruto. Muchos se habían librado de su dependencia y entonces comenzaron a morirse de enfermedades como la hepatitis o el propio sida. Era injusto y frustrante. Pero también suponía la necesidad de abordar más ampliamente el problema.

Un grupo de personas, 4 o 5 a lo sumo, nos organizamos para hacer una labor de acompañamiento a los moribundos. La primera vez que vi a una persona morir sentí una profunda rebeldía contra esta injusticia tan cruel. Una vez que pasas esa experiencia comienzas a aprender que la muerte forma parte de la vida, y eso hay que asimilarlo para poder estar con alguien en esos momentos. Y ayudarle y aprender mucho de las personas que están en sus últimos momentos de vida como yo creo haber aprendido en aquellas duras experiencias.

 

P.- Todos tenemos alguna facultad que nos define y diferencia como personas. Es realmente nuestra auténtica personalidad. En el momento en que se encuentra y potencia es cuando suena la maraca, aunque no todo el mundo tiene la suerte de tener un trabajo propicio para ese posible crecimiento personal. Le digo esto porque me consta que Ud. es un excelente gestor y viene Ud. diciendo a lo largo de esta entrevista que ésa ha sido la perspectiva desde la que ha abordado su labor profesional. ¿Cómo surgió la idea de crear empresas para que estas personas en tratamiento pudieran efectivamente reinsertarse en la sociedad?

R.- Fue el resultado de un proceso lineal, aunque yo en la actualidad no creo ya en ese tipo de procesos. La gente estaba jodida por el problema de las drogas. Nosotros les ayudábamos a dejarlo y tratábamos de proporcionarles alguna formación. Piense que la situación se daba y se da en principio en personas de poca formación, pero no sólo en ellas. El problema de las drogas era y es común a toda la sociedad, a todos los niveles. Esto se plasmaba en que sin formación previa o con ella, el consumo de estupefacientes estaba y está en la base del fracaso escolar. Todos necesitaban esa formación. Y después qué. Entonces, como final de ese proceso lineal, creamos proyectos educativos como las empresas de recogida y reciclado de papel en respuesta a la necesidad, una necesidad que era especialmente patente y grave en Cartagena durante la crisis provocada por la desindustrialización entre los años 1994 y 1995. Este proyecto era sufragado por el Ayuntamiento de la ciudad.

 

P.- Parece ser que dieron con un nicho de mercado, ¿no?

R.- Efectivamente, comenzaron a calar más profundamente en la sociedad los valores ecológicos y se podría decir que el propio reciclado de papel, por poner un ejemplo, comenzó a conseguir el estatus de bien objeto de comercio. Y, claro, nosotros no podíamos ni era nuestro objetivo entrar en el “mercado” y tuvimos que cerrar las empresas y asumir déficit que ya se habían generado a causa del poco tiempo que se estuvo en concurrencia con empresas privadas.

 

P.- Está claro que lo suyo es el tesón. Nunca se rinde. Esa personalidad ha debido ayudarle también a llevar con paciencia sus relaciones con las Administraciones Públicas competentes en esta labor social. ¿Ha tenido que presionar para que proyectos como «La Huertecica» salieran adelante?

R.- Como al principio le decía hay que conocer muy bien la problemática, haberla trabajado desde abajo y seguir en contacto con esa necesidad. La organización de la Unión se basa en ese principio de comunicación continua. Yo soy ahora el presidente, pero sea quien sea, estará para dar respuesta a la demanda social. Por eso creo que hay que distinguir entre la necesidad y demanda de la mera reivindicación. Quiero decir que no sólo hay que quedarse en pedir que se solucionen los problemas de la sociedad, sino en ofrecer posibles vías de solución. No se puede presionar, sino cuando hay capacidad para ofrecer proyectos. Creo que este concepto es el que nos ha legitimado para pedir y exigir a las Administraciones Públicas los medios para llevar a cabo nuestros proyectos y llegar a ser propiamente una organización con estos fines y capacidades de intervención frente a esa realidad.

 

P.- Y ya que viene a cuento de la pregunta y la respuesta anteriores ¿Cómo ve la actitud actual de esas Administraciones hacia esta lacra social? ¿Deberían hacer más esfuerzos de apoyo?

R.- Las Administraciones Públicas deberían invertir más en políticas sociales y hablo en general por lo que después le diré. De ellas se derivan mejoras sustanciales y beneficiosas en las condiciones y en la calidad de vida. Hay que superar la idea clásica de que la política social es un gasto más en el presupuesto. Por el contrario, debería tener la consideración de activo, de inversión real ya que, como le digo, contribuye decisivamente al bienestar de las sociedades.

Nuestra labor, por otra parte, no es un simple complemento para los servicios sociales de las Administraciones, sino que lo que pretendemos es contribuir a definir qué sociedad queremos que exista, trasladando a esas instancias las demandas o necesidades que van surgiendo y que nos comunican y a las que intentamos hacer frente.

La cuestión es que el propio conjunto de la ciudadanía, a veces, no lo tiene claro o prefiere demandar otro tipo de valores. Porque los políticos y, por tanto, las Administraciones Públicas responden, con mayor o menor profundidad, a esas demandas. Aún así pienso que se van dando pasos adelante en la concepción social y, por tanto, política sobre la problemática que supone, por poner un ejemplo, el hacinamiento que existe en nuestras cárceles. Este grave problema afecta a las personas que nuestras organizaciones tratan y que han incurrido anteriormente en delitos contra la salud pública y/o contra la propiedad. Si no se les puede atender en condiciones suficientes, menos probabilidad de reinserción social habrá, con lo que el problema que tanto preocupa ahora de la seguridad personal se agravará igualmente. Atender el problema desde su raíz supone un gran beneficio para la sociedad, un beneficio, si quiere, de los que llaman secundarios, aunque también podría serlo en términos económicos.

P.- ¿Tienen alguna representación institucional, por ejemplo en la elaboración del Plan Nacional sobre Drogas?

R.- En el seno del Plan Nacional existe lo que se denomina “Foro social ante las drogas”. Esta institución funciona en varias secciones: medios de comunicación, juventud y drogas, y familias. Nosotros contamos con una alta representación especialmente en la segunda de ellas. Pero no sólo la Unión, sino que en el Foro participan numerosas asociaciones como las de consumidores, las asociaciones de padres y madres de alumnos, etc. Y debo decir que, aun siendo un órgano consultivo, sus decisiones son respetadas y consideradas por la Administración.

Además y de forma similar, en el Ministerio de Trabajo hay un Consejo Estatal de ONGs, con una parte dedicada al problema de la drogadicción en el que contamos también con representación. Las funciones de esta vertiente del Consejo responden a la coordinación del grupo de legislación y financiación del tercer sector de acción social. Este sector no incluye sólo al de las drogas, sino que en el mismo se encuentran integradas las entidades no lucrativas que tienen como finalidad la accion social en ámbitos como el de los inmigrates, los mayores, la infancia, la familia, la mujer, el pueblo gitano, la discapacidad, presos, …..,en definitiva, a los excluidos sociales.

Los informes del Consejo no son vinculantes, pero, como en el caso del Foro social, se suelen tener en cuenta en el Departamento ministerial. Por él han pasado y se han informado leyes como por ejemplo la Ley de Igualdad.

P.- ¿Qué actuaciones y proyectos tiene previstos en este momento la UNAD? ¿Existen contactos o redes internacionales en su ámbito?

Por una parte nosotros ostentamos en estos momentos la presidencia de la Red Iberoamericana de este tipo de asociaciones y entidades. Esto sí que es un verdadero proyecto, quiero decir, en el sentido de que está en sus comienzos y puede quedarle un largo recorrido. Hay que considerar que en Latinoamérica existen problemas sociales graves, incluso previos al de la drogadicción.

Por otra parte, somos la única organización española con presencia en Bruselas. En el seno del Consejo de la UE se creó el órgano consultivo sobre estrategias en materia de drogas con unas funciones similares a las que le he explicado tiene nuestro Plan Nacional en la materia.

 

P.- Por último, denos un consejo para llevar una vida sin drogas. Y en ello incluyo cualquier tipo de dependencia que limite la libertad del hombre en una sociedad tan cambiante, que produce desasosiego y que, por tanto, parece llevar necesariamente al supuesto apoyo y necesidad, no sé, incluso de los antidepresivos o el exceso de uso de Internet, etc.

Esto todo el mundo lo sabe y me va a hacer incurrir en un tópico. No digo que sea fácil a veces ponerlos en práctica, pero lo mejor que se puede hacer es intentar vivir por uno mismo, valorar las cosas sencillas y apreciar lo que uno hace por modesto que sea. Porque como Ud. dice el consumo de cualquier tipo de drogas limita la libertad ya que crea dependencia. Ésta puede ser más o menos problemática socialmente hablando, y debemos incluir efectivamente no sólo las sustancias, sino también cualquier dependencia. Hay que reconocerse como persona y reconocer a los demás la misma dignidad, y disfrutar mucho.

Nota: más información sobre la UNAD y estos temas en http://www.unad.org

 

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