KAFKA Y EL CIRCO
Este año es el centenario del fallecimiento de uno de los posiblemente más grandes escritores de la historia que, sin embargo, no deseó nunca que su obra fuera conocida. Con ese dato y conociendo la temática existencialista de la misma (en sentido amplio), ya os podéis imaginar que estamos hablando de Franz Kafka.
Allá por 2015 fui invitado a un acto en el que el filósofo, catedrático emérito de la Universidad de Murcia, Francisco Jarauta, tuvo -como es habitual en él- una intervención maravillosa, parte de la cual expuso bajo el título «El artista del circo», denominación que atribuyó a un relato del escritor checo, lamentablemente fallecido a los 40 años, o sea, el 3 de junio de 1924. Yo grabé toda esa parte del discurso (o más bien dramatización) y ya he dado cuenta del mismo en estas páginas de El expreso en su sección «La Musa de Homero». El eje principal sobre el que gira el relato estriba en el deseo de todos los artistas del circo de que su director les asignase un determinado papel en la correspondiente función del día. Podéis verlo y averiguar de qué papel se trataba en:
Desde entonces he indagado, he investigado en todas las fuentes a mi alcance en busca del relato «El artista del circo», incluso en las «Obras Completas» de Franz Kafka publicadas por «Biblioteca Ibérica», sin éxito debido -estoy seguro- a mi torpeza. Aunque no me extrañaría que la inteligencia del maestro Jarauta ‘adaptara’ uno o varios de los textos que vamos a citar para la ocasión y le diera un tinte mucho más optimista. Porque pudo no haber un solo artista del circo, sino dos hasta donde alcanzan mis pesquisas.
La tragicomedia del circo.
Dada la personalidad del genial Franz Kafka -de todos conocida-, no es de extrañar que se sintiera atraído por la melancolía de las artes circenses, sin merma de otros temas ‘kafkianos’, puesto que era tan grande que ha dado nombre o calificativo a varias vertientes de la realidad o, mejor expresado tal vez, de su visión, relato o postura de cara a la misma. Con ello se da la razón a mi amigo el escritor Fernando da Casa («El cuadrado de aristas circulares», Ediciones DOKUSOU 2024) cuando el otro día afirmaba que “ser kafkiano puede consistir en tener más ‘escondrijos’ en la cabeza de lo que tú puedas imaginar.”
Efectivamente leer a Kafka e intentar hacerlo en conciencia implica darle muchas vueltas a la cabeza. El último apartado dedicado a relatos de sus citadas «Obras completas» se integra así:
«-Un artista del hambre
»-Un artista del trapecio
»-Una mujercita
»-Un artista del hambre
»-Josefina la cantora.»
Cada uno requiere una honda reflexión. La primera es que se abre la sección con el epígrafe «Un artista del hambre»; aunque el primero de los relatos sea «Un artista del trapecio», relato todavía -si cabe- de más difícil comprensión: ya es kafkiano que un trapecista quiera vivir allá en lo alto de la carpa del circo cuanto más que, antes de morir, pida al empresario la colocación de un segundo trapecio del que tampoco bajarse jamás…
Pero a lo que vamos es a que hay un segundo artista de circo, el que da título a la sección sin duda debido a su importancia relativa en el contexto, es decir, «Un artista del hambre». Éste es ya no sólo kafkiano, sino surrealista y tenebrista, rayano en la crueldad más absoluta.
Según parece, por aquel entonces, los circos ofrecían una atracción más -que incluso se contrataba como autónomo o no formaba parte, digamos, de la plantilla- y que se trataba del hombre que no comía. Y era, al principio con gran éxito y naturalmente pagando, exhibido día a día en su cada vez más extrema delgadez. Pero el espectáculo decaía irremisiblemente. Aun así, el artista aseguraba que podía seguir ayunando hasta que fue sustituido. Para terminar de saber toda la historia leed el post a continuación y sobre todo, por favor, ved el siguiente vídeo o cortometraje en stop-motion de Tom Gibbons realizado en 2002:
Espero que os haya resultado de interés. Si logro encontrarme con el maestro Jarauta intentaré que me resuelva o aclare esta duda existencial sobre artistas de circo que me apasiona. Seréis los primeros en saberlo..
Aniceto Valverde
*Ilustración fotografía de la escultura de Kafka en Praga obra de D. Cêný
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