A mi abuela, que por su enfermedad,
nunca pudo contarme esta historia.
Entra mi madre y me dice que ordene la habitación. Yo soy un desastre, la verdad, y siempre dejo todas las cosas tiradas por el cuarto: la ropa que me quité anoche, los libros del cole y mis juguetes preferidos. Me gustan más los juguetes medio rotos, con ellos me divierto más inventando nuevos cacharros, mezclando los pedazos de unos y otros, como ese coche teledirigido que he desarmado y en el que he montado al cocinero mecánico: ahora parece un coche lunar y el cocinero un astronauta.