Una vez que los protagonistas de esta historia se encuentran ya en la ciudad de Cartagena, el padre de familia, por mediación de un amigo de su ciudad natal (Linares), entra a trabajar en «La Española del Zinc» adonde, cumplidos los dieciséis años, va a parar también su hijo con una funciones muy curiosas y bajo la dependencia de el Agustín, otro personaje curioso fruto de la deshumanización industrial.