Le vi venir del Puerto, como si acabara de desembarcar, y aunque hay una distancia considerable entre la escultura del Marinero de Reemplazo -donde él se hallaba- y la entrada al establecimiento “Efectos Navales” donde yo pensaba entrar o de hecho estaba a punto de hacerlo, pude darme cuenta de que era un tipo alto (metro ochenta aproximadamente) y fornido que vestía el uniforme de alguno de los Cuerpos de la Armada; en principio -por mi ignorancia- no supe distinguir cuál, sino hasta que estuvimos los dos en la tienda. Era del Cuerpo de Veterinarios.