AÑOS LUZ
A veces o en algunas cosas una o dos generaciones se encuentran a «años luz» unas de otras.
A una Sra. de setenta años de edad le asaltan dudas metafísicas y existenciales. “¿Se quedará el cajero con la tarjeta?”. Evidentemente desconoce la nueva modalidad llamada contacless, novísimo método para relacionarse con la máquina por el que basta con acerca la tarjeta para excitar el funcionamiento de ésta. “¿Seré capaz de acordarme y poner el número secreto correcto?”. Coge el teléfono (que no es un smartphone ni mucho menos) y, ante el estupor de la cola, se pone a hablar por él. ¿No me dará menos dinero el cajero, verdad, hijo?”. La gente ya murmura y de entre ellos salta una voz que dice: “Sra., que no tenemos todo el día para esto.”…
El siguiente es un hombre de sesenta y cinco años de edad cuya duda está en cómo pagar un recibo que le ha sido erróneamente devuelto por el banco pues tenía saldo suficiente aunque la entidad se ha desentendido del tema (cobrándole los gastos de devolución, eso sí). Y nada que no se aclara. Lo intenta, de nuevo resurge como una ola el murmullo entre la gente de la cola. Un adolescente desaliñado que escucha reguetón a todo volumen exclamó: “Sr. deje de jugar a los marcianitos.”
La gente estaba ya nerviosa y, sobre todo, otra mujer anda mosqueada porque el de atrás se mueve mucho y no sólo viola los dos metros de seguridad, sino lo que es más importante, parece que se quiere colar.
Al final de la cola, de dos en dos metros, había dos hombres de unos cuarenta años. Uno acompañaba al otro pues estaban al lado, aunque a cierta distancia. El hombre 1 pregunta: “¿Y cómo fue el parto?” Y el otro, el hombre 2, contesta: “Pues muy bien. Sólo la video-consola tardó un poco más en ver la luz. Mi mujer tuvo que dilatar un poco. Pero nada. Y no veas la criatura cómo se manejaba con el chisme. Mejor que yo con el I 7 a 100 Gigaherzios con 300 de RAM que me compré el año pasado.”
Entre la primera mujer de la cola y el hijo del último no sólo había los dos metros de seguridad obligatorios multiplicados por el número de miembros de la enorme fila, sino que mediaba una distancia de años luz.
A esto es a lo que llaman brecha digital.
Aniceto Valverde
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