LAS AVENTURAS DE ‘EL GALGO’ Y ‘EL GATO’ (9)

EL SALTO MORTAL

Como siempre el grupo o la pequeña manada de golfillos secundaba y seguía al pie de la letra lo que se le ocurría a ‘el Galgo’. Lo natural hubiera sido al revés pues el animalico sigue a la presa o presas del cazador. Así que, tras la mala experiencia con la película de Bruce Lee en el cine “Central” ya estaban en la plaza de los Héroes de Cavite donde el líder quería dar una lección de arte marcial callejero.

 

En realidad, muchas veces la plaza se convertía en escenario de lamentables peleas fruto de las rencillas entre pandillas rivales, incluso más desgraciadamente aún políticamente hablando. Es la verdad, hay que decirlo. En otras ocasiones bastaba una presunta mala mirada o una supuesta exhibición ante un grupo cualquiera de chicas. Y, por último, no había que descartar el trasfondo del alcohol seguido en breve plazo por las drogas ilegales.

Dejando constancia de lo anterior, ellos –el Galgo y la panda que le seguía (como otras muchas personas- se mantuvieron aparte de tales violencias y si acaso bebían era no más que una jarrita de vino de pasas. El caso del zippo con los americanos había sido un juego de niños al escondite o al aquí te pillo cuyo desarrollo y desenlace ya hemos contado.

Así que —me dice Félix el Gato— allí nos vemos en la plaza de los Héroes de Cavite con el Galgo diciendo que -como hizo sin dudarlo- se iba a sentar en medio de una de las cadenas que circundan el monumento y que dos tíos, al menos, a cada extremo debían utilizarla como una comba y dar cada vez más fuerte con él sentado y que cuando la cadena alcanzara la máxima altura posible y él diera la orden saltaría hacia delante para ejecutar un salto mortal en el aire. Mientras la panda se entusiasmaba con la idea, él -Félix- dijo que no participaba en semejante disparate.

Pero bueno, así lo hicieron con éxito una, dos, tres veces. Encima en el banco de enfrente había un grupo de cuatro chicas mirando más que deslumbradas, atónitas ante el espectáculo que estaban presenciando… Hasta que llegó el momento tan previsible: el Galgo perdió el equilibrio y fue a dar un tremendo golpe con la parte posterior de su cabeza en el suelo que, en aquel entonces, consistía en unas grandes baldosas de forma hexagonal separadas entre sí por un canalillo de césped más bien ralo y agostado. Lo peor que podía haber pasado es que el golpe se hubiera producido contra uno de esos bordillos y se hubiera abierto la cabeza como una nuez en dos mitades. Se acercó corriendo Félix y, sorprendentemente, dos de las muchachillas del banco: una que parecía la mayor y otra uno o dos años menor, a ver el daño y herida efectiva que se había hecho el Galgo en su dura cabeza.

Estaba consciente pero aún tumbado en el suelo. La chica menor dijo: “Ha tenido mucha suerte no se ha dado en el occipital (la base del cráneo). Pero tiene una buena raja. Van a tener que ponerle muchos puntos. Corramos a la «Casa de Socorro»”.

Ésta estaba en la esquina de la calle Real con la plaza de Castellini. Allí, los médicos corroboraron el dictamen, el Galgo tenía la cabeza dura y mucha suerte. Un poco más y no la cuenta. Estábamos con él las dos muchachas y yo -Félix- solo: la pandilla de tíos que venía con nosotros se había acojonado y salido corriendo seguramente cada cual a su casa temerosos de que la desgracia hubiera sido más grave…

La chica mayor y rubia se llamaba Luisa y la otra, la del dictamen era Begoña. Begoña sí, la novia que me estaba predestinada y que me enseñó a leer a Pablo Neruda por lo que estaré en deuda con ella y su amor toda mi vida como aquella noche que pasé en la duermevela cuidando de el Galgo en mi casa, conseguí el permiso de mis padres, oliendo su perfume y recordando sus cabellos como sus ojos negro azabache. Quizás entonces no supiera que aquello era amor, pero lo sentía hundirse en mi pecho del dolor de no saber si volvería a encontrarme con ella, pues jamás la había visto antes en la Ciudad.

(Continuará…)

Aniceto Valverde Conesa

(N. del A. El monumento a los Héroes de Cavite y Santiago de Cuba ha cumplido su centenario precisamente esta semana.)

 

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