(4) OLVIDAR EL QUIJOTE

De los conflictos, la guerra y las armas,

En un momento don Quijote media entre dos pueblos que se disponen a combatir por causa de los rebuznos de sus regidores…

…esta contundente parábola bélica, nos dice Savater, nunca se la agradeceros lo bastante a Cervantes,  y trata don Quijote de disuadirles de su empeño enumerándoles las causas legítimas de combate, entre las que, por descontado, no figuran los concursos de rebuznos. Pero, con todo, la lista de casos bélicos parce demasiado generosa e imprecisa.

En primer lugar estaría la defensa de la fe católica; la segunda por defender su vida; la tercera en defensa de su honra, de su familia y hacienda. Y añadiría una más, aunque podría entenderse como parte de la segunda, que seria la defensa de su patria. Pero, además, para don Quijote, ésta no es una lista cerrada, pues cabrían analogías de discutible fundamento.

Incluso el orden en el que las enumera el Ingenioso Hidalgo, incluso para su época, aparece ya desfasado. Solitario, acosado y burlado, no se rebela, empero, contra los valores establecidos de su mundo, sino que les brinda su apoyo a destiempo, desmañado, involuntariamente irónico. Pero no olvidemos que se trata en todos los sentidos, de un perfecto alienado.

Si hay algo de subversivo en sus andanzas no estribará en la nobleza de su ideología ni en el obstinado arrojo de sus gestos, sino en la esterilidad  de su postura toda, que «ignora radicalmente el hechizo de que es presa»

(Continua. Don Quijote como espejo e ideal político)

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