5.- VIAJE AL CENTRO DE INTERNET
El capitán Relámpago
No fue la tan augurada guerra nuclear la que acabó con la Humanidad tal y como la habíamos conocido hasta los comienzos del Tercer Milenio de nuestra era. Entre los años treinta y cuarenta de su primer siglo, la economía entró en recesión absoluta generando un flujo de poder económico y político a favor de las potencias asiáticas, dominadoras de la informática. Las palabras fueron desapareciendo a favor de los iconos. El propio Bill Gates había tenido la culpa en principio. Todo eran simbolitos que representaban las cosas. Simultáneamente los objetos fueron teniendo su réplica informática. Incluso las personas teníamos nuestros clones en el seno del mundo virtual. ¿Era uno responsable de lo que hacía su doble en Internet?, se preguntaba la Ciencia Jurídica?
Esto nos llevó a un mundo en todo se encontraba codificado en secuencias informáticas, de la misma forma que se habían descompuesto los códigos genéticos, en principio para curar enfermedades que terminaron desapareciendo como el cáncer. Todos los que vivíamos aquellos lejanos años de 2007 y 2008 seguíamos haciendo en la actualidad, aunque fuera conservando únicamente nuestro cerebro envuelto en una esfera de metacrilato poroso y extremidades mecánicas como me pasaba a mí misma, que soy la Doctora Tinat (Tania al revés) y os estoy relatando esta crónica de la recuperación del conocimiento y la memoria y, en definitiva, de la dignidad del ser humano. Pero ese poder de codificación/decodificación que implicaba la materialidad/inmaterialidad de las personas y las cosas, es decir la posibilidad de descomponer los códigos genéticos y recomponerlos al gusto e insertarlos en la Web, tuvo su correspondiente uso desviado. El Único, gobernador absoluto de los poderes asiáticos, provocó el ataque. ¿Para qué destruir a los hombres si se les podía dominar por completo? Así fue lanzado por todos los medios el código del olvido, es decir, la secuencia génica que dominaba la facultad de pensar y recordar. Este código sumió a casi toda la Humanidad en la ignorancia y bloqueó los accesos a las fuentes del conocimiento y la posibilidad de comunicarse por la Red. Nosotros nos salvamos desviando ese fatal ataque mediante placas que lo reflectaron y desviaron hacia tierra, neutralizándolo casi por completo. Para recuperar la libertad del conocimiento y de los pueblos dominados, nuestros equipos multidisciplinares de ingenieros, médicos, juristas, filósofos, geólogos, etc., han diseñado un plan. Se llama Proyecto Epsilón. Mi compañero, el hombre real, el Capitán Relámpago y mi doble, llamada Himilce (una recomposición de cómo era yo de joven con todos mis atributos) ya nos encontramos a bordo de la cápsula internáutica “NEE Nautilus & Peral”. Insertar al Capitán, como relatábamos ayer, sí que fue un proceso de alta tensión: fue descompuesto, escaneado, insertado y recompuesto en el interior de la web neutral en la que ahora nos encontramos pendientes para zarpar hacia las entrañas, hacia el centro de Internet.
Hasta ahora no había contado el porqué del nombre de la operación o proyecto. Epsilón es la quinta letra del alfabeto griego. En matemáticas, “ε” suele designar pequeñas cantidades, o cantidades que tienden hacia cero, en particular en el estudio de los límites o de la continuidad. De esta manera el proyecto Epsilón pretende eliminar los límites y permitir la continuidad en la red de redes, de la posibilidad de comunicarse libremente; de emitir y difundir las ideas y los pensamientos por cualquier medio telemático, imprescindible hoy día pasado el primer tercio del primer siglo del Tercer Milenio, y de recibir e ilustrarse con todo el conocimiento, todo el saber ‘enlatado’ en Internet., cuyos accesos han sido bloqueados por el Único, gobernador absoluto de las potencias asiáticas mediante el dramático ataque del código secuenciado del olvido y la sinrazón.
Yo, ahora llamada Himilce, iré escribiendo en este cuaderno de bitácora escrito en la nueva lengua anglolatina todas cuantas incidencias ocurran durante la ‘travesía’. Nuetra cápsula internáutica está dotada de todo tipo de códigos ofensivo-defensivos. Creemos que serán suficientes para neutralizar cualquier ataque que podamos sufrir en nuestro viaje. Además contamos con productos sustitutivos del ejercicio físico o complementario de él, para que el Capitán Relámpago (que precede al Trueno) no pierda ni un ápice de su poder físico y aun psíquico. Son sustancias codificadas tales como el AICAR, que había sido probada, testada diríamos, en animales que corrieron hasta un 44% más de tiempo que aquellos que no recibieron el tratamiento. El segundo compuesto, llamado GW1516, tiene un impacto más espectacular en la resistencia física, pero sólo si se combina con ejercicio. Para que lo haga contamos en la nave con un extraordinario traje de buceo y espacial, con su escafandra de nuevos materiales inteligentes pero que conserva la forma de las antiquísimas que usaron los buzos del siglo XIX.
Pero esto anterior no es todo. Lo más importante es el mapa o guía trazada por nuestro expertos y que nosotros deberemos seguir en principio, salvo que las circunstancias allí dentro nos obliguen, previo contacto cifrado con la base para recibir nuevas instrucciones, a cambiar la derrota del navío internáutico.
Ya os he hablado de la oxitocina, la hormona que segregaban las madres al recibir en sus brazos a los recién nacidos, la que se segregaba después de hacer el amor, la hormona también de la simpatía y la sociabilidad. Ahora, incapaces de segregarla por nosotros mismos, tenemos que tomarla en baños de su código para mantener el amor en todas sus formas, el amor por nuestros semejantes que si ya se había perdido en gran medida, después de ataque del código maligno del olvido, sí que hemos dado por totalmente desaparecida de la faz de la Tierra. Además de llevar varios tanques repletos de ella en la cápsula internáutica o submarino “NEE Nautilus & Peral” para irla dispersando de nuevo e intentar desbloquear la situación, resulta que su código genético es el que nos ha dado la clave de la ruta a seguir. Resulta que ese código curiosamente se articula como las hiladas de las antiguas hormigas laboriosas en el interior del hormiguero. Todo el mundo sabe que ellas eran los animales más sociables de la Tierra. Y estudios de nuestros expertos económicos ya demostraron hace tiempo que la gente se movía por la Red siguiendo los mismos patrones sociales que las hormigas. De esta manera sabían aconsejar muy bien a las empresas y los particulares sobre cómo estructurar sus páginas web o cómo encontrar la información deseada nada más que siguiendo criterios de afinidad o equivalencia de intereses. En definitiva y al igual que en la vida misma, cada uno busca y se junta con gentes con las que comparte gustos y opiniones. Estudios de la Universidad de Barcelona hablaban de sociabilidad fractal, es decir, como ríos de afinidades y conocimientos. Reconstruyendo esos criterios, que están cifrados en la genética de la oxitocina, es cómo habremos de encontrar el camino hacia las fuentes del conocimiento insertas en Internet y ahora cegadas como consecuencia del ataque. Y a ello vamos con toda nuestra energía y sobre todo con la realidad y humanidad del Capitán Relámpago.
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