BUENAS NOCHES, MI AMOR

La novia del estudiante  como sigue siéndolo…

Aún recuerdas aquella ciudad. Ella era muy joven y tú la esperabas en una esquina entre dos calles. Había un quiosco de chucherías y Prensa donde acababas de comprar dos cigarrillos sueltos y una bolsa de pipas. Al fondo de la escena, en el punto de fuga de la perspectiva de la calle, se ven unas chimeneas que echaron en su momento mucho humo. Restos de una industria. Ella salía precisamente en esos momentos del portal.

—¿Qué dinero tienes?, le preguntaba siempre.

— Quinientas.

—Bueno con eso y un poco más que yo tengo podemos tomar algo donde “Los Tilos”.

El estudiante y su novia se van de la mano con dirección al río. Arrastraban una nube de sueños que les seguían por el foro. Las hileras de edificios, las calles de geometría regular se quedaban atrás. Eran sustituidas por un urbanismo imbricado de calles estrechas y casas con viejos miradores. Entre ellas se abre una replaceta cuyas farolas acaban de encenderse con la caída de la tarde. Y casi siempre la misma conversación, las mismas palabras de ternura.

  • Oye
  • ¿Qué?
  • Que te quiero, sabes.
  • Y yo a ti.
  • ¿Cuánto?
  • Mucho
  • ¿Cuánto es eso?
  • Más de lo que tú te crees tontita.
  • Yo no podría vivir sin ti.

El estudiante y su novia, o la novia y su estudiante —que era un poco poeta además— siempre se tiraban un buen rato con la misma consumición. Era un sitio donde podía haber un kiosco de música, donde nadie tocaba nada. Mesas y sillas de plástico en la terraza al aire libre. Entre cariños y arrumacos discurre el tiempo, pero ellos estaban contentos y alegres: aún les quedaba para tomar otro refresco y un rato más de amor callejero.

Esas noches, el estudiante se quedaba dormido con el recuerdo del último beso. El libro de la mesa, ése que estaba a los pies de la foto de ella (para él sigue estando igual o mejor) pinchada en la pared sobre la mesa de escritorio, llevaba siempre días abierto por la misma página. No importa; siempre quedaba el día o la noche del día de antes, que todavía no era aquél.

Buenas noches, mi amor. Mañana en el mismo sitio y a la misma hora.

Aniceto Valverde

 

 

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