ÁCIDO 2 LA RUINA DE OCCIDENTE

Relato por entregas que narra la situción de la Cartagena de los años 80 del siglo pasado

En el Colegio de los Maristas de Jaén estudié los ocho años que comprendía la EGB. O sea, desde 1960 hasta 1974; hasta que la mala suerte se cebó de nuevo con mi padre y, por ende, con toda la familia, mi madre, mi hermana y yo mismo.

Mi compañero y amigo Villegas (nunca más supe de él) y yo rivalizábamos por el primer puesto en el cuadro de honor. Unos meses era él y otros yo. Pero lo que hacía popular a Villegas era su dominio del fútbol, deporte para el que yo era y sigo siendo un negado a diferencia, por ejemplo, de la natación.

En cualquier caso ambos éramos objeto de admiración, pero también de envidia y acoso. Sí, eso que hoy llaman bullying. Especialmente yo que era de fuera y pasaba las noches en el internado con un atajo de golfos a los que quizás, o en algunos casos, sus padres los habían aparcado allí para ver si cogían algo de disciplina.

Una noche dos graciosillos se acercaron a mi cama, me despertaron y me preguntaron. “¿Oye, tú sabes lo que es un cóndor?”. “Pues sí, un ave rapaz”, repuse. Ello les causó un gran jolgorio: “Ja, ja, ja, un ave rapaz, dice…”. A todo esto, se perfiló en el quicio de la puerta la sombra de un hombre que parecía tener alas en la espalda, era precisamente Damián, el alumno superior encargado de mi entrenamiento de natación. “Dejad en paz al chabeilla (sinónimo de icue o zagal en el habla jienense). Que además de imbéciles sois unos incultos. Condón, se dice condón, idiotas. Y vosotros precisamente no tenéis ni donde colgarlo…”

 

Decía que la mala suerte se cebó de nuevo con mi padre, que trabajaba en la factoría de Linares de “Santana Motor, S.A.”, puesto que la producción fue disminuyendo radicalmente en favor de marcas y vehículos del mismo tipo hechos por fabricantes asiáticos y, aunque la factoría no se cerró definitivamente hasta el año 1990, mi padre fue despedido aquel fatídico año en el que yo terminé la EGB.

 

Fue un antiguo amigo de mi progenitor de los tiempos de las minas de plomo el que le recomendó que hiciera lo mismo que él: “Vente a Cartagena que hay tajo para los que tienen experiencia en el trabajo de metales y manejo del ácido sulfúrico.”

 

Y allí fuimos a parar. Mi pre y adolescencia se vio partida en dos.

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