LA RAYA

LA RAYA
Aquella mujer, Yasnara, vino del Sur como si expresamente lo hiciera para sacarme del pozo sin fondo, guía, ni brocal en el que yo mismo me había metido.
El entrenador me dijo que siguiera la raya todo el tiempo y que mirara hacia abajo para un nado equilibrado.
La raya, la raya, la maldita raya. Esto era difícil para mí que siempre, desde niño y antes de la crisis, había nadado en las aguas abiertas de la mar. Me gustaba nadar, sí. Cada vez más.
Y llegó un momento en que ya no había raya: sólo el borboteo de la respiración, la luz y Yasnara.
Puede ser una imagen de una persona y piscina
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