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VIAJE AL CENTRO DE INTERNET

 

VIAJE AL CENTRO DE INTERNET

PRIMERA ENTREGA

El dominio de Oriente.

No fue la tan augurada guerra nuclear la que acabó con la humanidad tal y como la habíamos conocido hasta los comienzos del Tercer Mileno de nuestra Era.  Pasadas las felices décadas de los años veinte y treinta del siglo XXI, conocidos como la “Techniqué epoc” en claro paralelismo con la “Belle Époque” de un siglo antes, sobrevino la crisis mundial  que amputó a los seres humanos sus facultades más básicas. ¿Para qué destruir a los hombres si se podía dominarlos por completo? De malos agoreros se acusaba entonces a aquel grupo de personas que formaban el club de “El mono de la maraca” que ya advirtieron hace cincuenta años de lo que estaba pasando. La comodidad impidió entonces a las gentes percibir la involución, y bien que “el mono” hacía sonar la maraca para advertirlo como seguidores del “neopositivismo lógico” del Club de Viena. Eso sí, con la diferencia de que “El mono de la maraca” no era ni el más fuerte ni el más ágil de la manada. Hacía cosas extrañas como leer libros y no comer carne. Nadie le hacía caso. Pero un buen día se encontró en la selva una maraca. Comenzó a hacerla sonar y todos caminaron tras él por el bonito sonido que le sacaba al instrumento que volvía locas a las que hasta entonces le habían dado la espaldad al pobre “mono” de la evolución. De esta anécdota tomó el club su nombre: lo más simple hace lo más hermoso y agradable al ser humano.

Habían sido años muy felices, la dorada época de la tecnología que lo hacía todo fácil: se habían llegado a desarrollar humanoides para el servicio doméstico y uno estaba unido a un trabajo cómodo por medios tecnológicos tan sofisticados que bastaba un click del ratón para cumplirlo satisfactoriamente. Y de los ratones, pero de los que aún existían como seres vivos, vino precisamente la idea que finalmente ha triunfado en esta primera década del Tercer Milenio, si nosotros, los que quedamos, no somos capaces de ponerle remedio.

Aquello que se dio en denominar como deslocalización de las empresas hizo furor desde el momento en que se pusieron en marcha medidas efectivas para proteger el planeta. Llegaron algo tarde; pero no hemos tenido que emigrar a otros planetas como ingenuamente se hacía creer en las antiguas películas de ciencia ficción. Bastó con instalar una esfera de metacrilato permeable que retuviera y purificara, de cuando en cuando, la atmósfera. Pero esto vino luego a ser otro elemento más de la trampa. Las grandes multinacionales, únicas empresas que sobrevivieron a la estanflación de los años treinta, es decir a la inflación galopante conjugada con la subida del precio del dinero –el “eurodólar”- y el crecimiento nulo de la economía que entonces se produjo, se establecieron para siempre y en su totalidad bajo el amparo de las potencias asiáticas. Recuerden lo que llegó a decirse del periodo entre las dos primeras guerras mundiales acaecidas en el siglo XX. En la denominada República de Weimar, en la Alemania de aquellos tiempos, se llegó a afirmar: “Antes íbamos a la compra llevando el dinero en el monedero y los productos en la cesta. Ahora llevamos el dinero en el capazo y la compra en el monedero”. Esas grandes empresas se llevaron a sus ejecutivos más selectos. La mano de obra resultaba mucho más barata. Las necesidades de infraestructuras eran mínimas: había ya ordenadores minirreducidos que, superando con creces la Ley de Moore, trabajaban a la antigua velocidad del sonido en su conversión a millones de gigaherzios; antigua porque ahora no existe el movimiento del aire que permita comprobarlo: sólo hay viento cuando alguien pone en marcha las turbinas de ventilación acopladas a las bóvedas ‘celestes’ de metacrilato. Todos se pusieron a programar y programar en secuencias de seguridad, en protección no sólo de redes, sino aun a niveles personales y sociales. Pronto descubrieron que la mejor defensa es el ataque, un ataque que neutralizara al enemigo. Pero la desconfianza era tal que todo el mundo estaba bajo la sospecha de poder ser un infiltrado que luego pudiera vender o difundir los secretos y volver a hacer vulnerables los sistemas. De esta manera, el círculo programador con verdadera capacidad decisoria se fue reduciendo al mínimo de la misma forma que la capacidad intelectual de los propios programadores, en clara concentración de poder.          Como se decía en el ‘chiste’ gráfico de “El Roto”: “Cuando despertaron en Occidente, los asiáticos ya estaban allí.”

 

***

El Mundo en silencio.

Las palabras fueron desapareciendo a no ser las sintetizadas en las máquinas como en la antiquísima película “Tiempos modernos” de Chaplin en la que sólo hablaba un gramófono para explicar el funcionamiento de una máquina diseñada para que los operarios pudieran trabajar mientras tomaban el almuerzo. Incluso las letras cayeron en desuso a favor de los iconos simbólicos. Por ejemplo la letra A de un piso se indicaba con un avión, la B con una barrera y la C con un cuerpo, hermafrodita por cierto. Apretar el simbolito de una vaca daba leche, aun cuando ya no hubiéramos visto un animal de ningún tipo en decenas de años. Los telediarios dejaron de emitir sonidos y sólo muestran ya en nuestro tiempo las imágenes de los sucesos que se explican por sí mismas. La edad audio-visual dejó paso a la era de la imagen absoluta. Hace ya muchísimos años alguien escribió un cuento, “El caso de las palabras perdidas”:

“Esta es la historia real de un hombre que se quedó sin palabras. El tipo, llamado José Bizarraza, se había propuesto dejar de ver la televisión. Y, en efecto, el aparato permanecía en silencio en el salón de su casa. Mientras el vecindario veía algunos de esos programas donde se afirma conocer hasta el color de la ropa interior de cada día de ciertos personajes o personajillos, donde se promete la fama y algunas veces salen talentos de la canción o puede que algún debate donde los contertulios ya habían sacado las navajas, este hombre permanecía firme en su propósito.”

“Al principio todo parecía marchar normalmente, José Bizarraza había dejado de ver ya más de cien telediarios, y eso se nota. El gesto de la cara se reblandece y deja escapar una tibia sonrisa. Todo iba bien. El plan de este hombre para abstenerse de ver televisión y de enterarse de muchas calamidades a través de ella funcionaba a la perfección. Ya no sabía ni lo que era el “euríbor”.  Una mañana dejó de hablar de fútbol con los compañeros, y eso que España acababa de ganar la Eurocopa (precedente de la liga globalizada). Nadie lo notó, pero el Sr. Bizarraza iba dejando a su paso una estela de palabras; más o menos como cuando el automóvil pierde aceite. Puede parecer una tontería, pero la verdad es que se oía decir palabras incomprensibles. La otra mañana llegó a su oficina y no supo para qué se usan el móvil o Internet. Ésta es la historia real de un hombre que se quedó sin palabras de curso legal.”

 

(Continuará)

 

 

SEGUNDA ENTREGA

 

VIAJE AL CENTRO DE INTERNET.

Los ratones revoltosos.

Las potencias asiáticas se habían hecho con el dominio mundial a través de un fortísimo desarrollo tecnológico. Destacaba especialmente la Ciencia Informática que gobernaba el suministro de la información y de la alimentación mundial a través de poderosos ordenadores. Los códigos de programación eran cada vez más complejos y secretos. La vida se había digitalizado por completo. Las palabras casi habían desaparecido siendo sustituidas por los iconos, los símbolos gráficos y la sola imagen de los acontecimientos daba cuenta informativa de ellos. La atmósfera se ha tenido que cubrir con una bóveda de metacrilato con ventiladores para proteger y purificar el aire en la Tierra. Un ataque que dominará a la Humanidad está a punto de desencadenarse.

En el año 2007 los científicos Mario R. Capecchi [EE.UU], Martin J. Evans [Reino Unido] y Oliver Smithies [EE.UU.] recibieron el Premio Nobel de Fisología o Medicina por las investigaciones y logros que habían alcanzado años antes y que permitían generar en laboratorio ratones genéticamente modificados pero en un solo gen a elegir. Un ratón “knockout” de ese gen, es decir, suprimiendo la función asignada a ese código, permitía ver cómo esto afectaba a su fisiología. La pérdida de alguno de esos genes estaba asociada a algunas enfermedades de tipo hereditario y otras muy graves por aquel entonces. Estos trabajos desarrollados también por nuestro Instituto de Investigación en Ingeniería de Sistemas Humanos permitieron salvar muchas vidas. La mortalidad por cáncer, aquella terrible enfermedad, quedó descartada para siempre. Simplemente se aislaba el gen anómalo y era reparado en el laboratorio. Si no funcionaba el tratamiento, la modificación natural, se empleaban técnicas de nanotecnología implantando un microchip que gobernara totalmente el comportamiento del gen o lo sustituyera y su enlace en la cadena genética, de manera que se impedía el desarrollo de la enfermedad. Otra variable posible era la utilización del cromosoma semiartificial derivado del modelo de Craig Venter, el “Micoplasma laboratorium”, es decir, no ya sólo modificar el gen, sino la cadena macroestructural que contienen los genes dentro del núcleo celular.

 

***

El sueño de Lewis Carrol.

La ciencia seguía avanzando de tal forma que las cosas reales se fueron codificando. Es decir, se fueron traduciendo al lenguaje de las máquinas. Los Institutos de Biotecnología Vegetal y Animal en colaboración con grupos de investigación de Sistemas Informáticos fueron secuenciando la producción de los alimentos necesarios. Si uno quería tomar un vaso de leche simplemente tecleaba las instrucciones necesarias, que cada vez fueron siendo menos complejas, y los dispositivos anejos a los ordenadores se lo proporcionaban.

En realidad se conectaron las máquinas expendedoras, como las antiguas del café en las oficinas, a los ordenadores y ya no hubo que reponer más los productos puesto que éstos mismos eran producidos por el sistema de codificación/descodificación, inmaterialidad o virtualidad/materialización y consustanciación. Era como cumplir el sueño de Lewis Carrol: Alicia podía entrar y salir del espejo sin problema alguno. Ya no había que crearse un personaje o avatar como en el antiguo juego “Second Life”, sino que uno mismo podía ser o no ser a uno u otro lado de la realidad, acabando con el famoso dilema hamletiano. Se diseñaba una vaca virtual y ésta se materializaba en carne y leche real apta para el consumo puesto que se había partido de la descomposición de su código genético, compilación y traducción del mismo a secuencias de órdenes informáticas que constituían programas de acción para las máquinas.  De la misma forma, al principio, conseguimos una ratio de diez litros de agua por megabyte. Paradójicamente, a mayor capacidad de transporte, se llegó a desplazar una tonelada por gigabyte, menos agua real existía y se requería una mayor tasa de transferencia de la sustancia codificada. Llegamos a alcanzar velocidades de miles de gigas por milisegundo. Y aún así era inevitable que los piratas, con programas similares al famoso “Emule” pero mucho más avanzados, interfirieran los procesos de trasvase y se apropiaran ilícitamente del llamado líquido elemento. Al final, cuando el agua desapareció propiamente de la faz de la Tierra, tuvimos que enviar por la Red los propios átomos del hidrógeno y el oxígeno para que cada cual, desaparecidos los antiguos grifos, se hiciera la mezcla él mismo conectado al puerto USB de su ordenador personal a través de un descodificador, oxigenador de la sangre y humidificador de los tejidos de la piel y los órganos internos.

***

La codificación y unificación del conocimiento.

No hubo más remedio, en consecuencia, que codificar las normas jurídicas incorporando sus preceptos a este lenguaje maquinal. Incluso para que fueran comprensibles, pues las leyes del Único se fueron transformando cada vez más en normas abstrusas, incomprensibles y secretas. Por ello había que piratear también  los cuerpos legales pues se podía estar inmerso en una prohibición sin saberlo y ser arrestado por ello sin más trámite.  Los filósofos y aun los propios juristas se preguntaban cada vez con más insistencia sobre la ética de todos estos avances espectaculares que han conseguido, entre otras muchísimas cosas, que conservemos la vida. De una u otra forma o apariencia seguimos estando aquí todos los que ya convivíamos en aquel lejano año de 2008. Los cerebros de los mayores de entonces fueron sintetizados por el mismo proceso de descodificación/codificación e insertados en la memoria de los ordenadores. Los de mediana edad conservamos el cerebro protegido por esferas del mismo material que la bóveda celeste y andamos gracias a prótesis mecánicas y músculos artificiales a partir de los materiales inteligentes que ya diseñara nuestro Centro de Investigación del mismo nombre. Y así sucesivamente en la corporeidad. La verdad es que todo esto daba pleno sentido al concepto de la autoorganización que había surgido mucho tiempo antes, en los primeros tiempos de la cibernética,  cuando los científicos empezaron a aplicar modelos matemáticos a las redes neuronales. De ahí que el lenguaje de las máquinas se expresara en una sintaxis simbólica, matemática y anglolatín, como manifestación de la unidad de los lenguajes de la técnica y del humanismo.

En breve os diré mi nombre y proseguiré esta crónica de un mundo desalmado, deshumanizado. Por ello, porque es así, los que quedamos debemos cada día tomar nuestro, como decimos, baño de oxitocina. Esta hormona, como ya se sabía de sobra en el siglo XXI, es la que generaban las parturientas cuando les daban a sus hijos recién nacidos. También era la que proporcionaba los vínculos personales necesarios como para que la vida en sociedad fuera posible. Ahora hay que tomarla de forma artificial sumergiéndose en el acuario de oxitocina para desarrollar afecto entre los que quedamos. Adelanto ya que su mapa interior será la clave del viaje al centro de Internet.

Continuará)

 

TERCERA ENTREGA

VIAJE AL CENTRO DE INTERNET.

La biblioteca universal.

Las potencias asiáticas se habían hecho con el dominio mundial a través de un fortísimo desarrollo tecnológico. Destacaba especialmente la Ciencia Informática que gobernaba el suministro de la información y de la alimentación mundial a través de poderosos ordenadores. Los códigos de programación eran cada vez más complejos y secretos. La vida se había digitalizado por completo. Las palabras casi habían desaparecido siendo sustituidas por los iconos, los símbolos gráficos y la sola imagen de los acontecimientos daba cuenta informativa de ellos. La atmósfera se ha tenido que cubrir con una bóveda de metacrilato con ventiladores para proteger y purificar el aire en la Tierra.

Gracias a los estudios genéticos desarrollados en principio sobre los genes de los ratones y sus posibles modificaciones y neutralizaciones, aplicado todo esto luego a los seres humanos, se llegaron a erradicar enfermedades muy graves como el cáncer. A partir de esos estudios y aplicaciones se llegó a codificar/decodificar todas las sustancias mediante procesos de materialidad/inmaterialidad y viceversa que, por ejemplo, convertían el agua en secuencias informáticas, la mandaban por la Red y luego los ordenadores personales la recomponían y suministraban a través de los antiguos grifos. La única lengua que nos queda es el “anglolatín” como símbolo de la unión de la ciencia, sobre todo la Informática, y las Humanidades.

Un ataque que dominará a la Humanidad está a punto de desencadenarse. Pero yo aún no lo sé, pues como os decía, he tenido que tomar mi baño de oxitocina para seguir segregando amor hacia mis semejantes, cualquiera que sea la forma física que tengan ahora: cuerpo entero, cerebro protegido por metacrilato y extremidades mecánicas como yo misma, o sean simplemente potencia del pensamiento anterior embutida en las memorias de los ordenadores y en el sagrado lugar llamado Ignoto.

Dije que me presentaría, y así lo hago. Yo me llamo Doctora Tinat (o sea Tanit pero al revés, o visto el nombre en el espejo de la Alicia en al país de las maravillas de Lewis Carrol),  me acuerdo de cómo era el mundo antes porque sospechábamos, como después contaré, de la inminencia del ataque.  Prevenidos, volcamos en poderosas memorias todo cuanto pudimos, libros, imágenes, películas, música, en definitiva, la mayor parte del conocimiento humano que, por otra parte, ya se encontraba inserto en la Red. Los pioneros en ello habían sido los denominados proyectos Gutenberg (www. Gutenberg.org), el Cervantes Virtual (www.cervantesvirtual.com), la British Library que había insertado los códices de Leonardo da Vinci en su website “Turning the pages” (http://www.bl.uk/onlinegallery/ttp/ttpbooks.html), donde visualmente se podían pasar y leer la páginas de los fabulosos manuscritos de aquel genio como si se tuvieran en las propias manos. Y tantos y tantos proyectos como los magníficos trabajos divulgativos del Doctor Lozano Teruel. La Biblioteca Digital de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, etc., etc. Pues todos ellos nos vinieron bien para simplificar la tarea de la recuperación y el almacenamiento del saber humano de todos los tiempos…

 

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Ignoto y la Capilla del conocimiento.

Todo cuanto pudimos acaparar, reunir, codificar, escanear, filtrar, insertar en las poderosas memorias ‘ultramegahard.ver777”, lo guardamos en un lugar secreto llamado Ignoto: ni siquiera nosotros sabemos dónde está exactamente; pero quedó programado para emitir en la oquedad de esta sala a la que se sigue llamando de la Capilla, pues en ella siguen retumbando armoniosamente las palabras de los doctorando al defender sus tesis y los ecos de las voces de los oradores en los Consejos. Los antiguos hubieron de diseñarla tan bien, incluso sin saberlo, que almacena una gran cantidad de energía derivada del pensamiento entre lo que fueron sus ventanales neogóticos y arcos carpaneles y planta de crucero latina. Ahora estoy aquí y las oigo. Poco después del desastre teníamos que reunirnos todos y hacer regresar el pensamiento al pasado merced a un enorme esfuerzo de concentración conjunta. Para ello habíamos sido entrenados por nuestros expertos en psicología, sociología y ética: las fronteras entre las distintas ramas del saber hacía ya tiempo que habían desaparecido. Tanto como los antiquísimos cables de conexión o transporte de energía. Mucha terapia y entrenamiento regresivo. Y ahora ya somos capaces de conectarnos a la enorme memoria de Ignoto en soledad. De vez en cuando era obligado hacer esto ya que todo, aparentemente, se había olvidado. Incluso, como he dicho, el amor por los demás, necesitando los baños de la hormona oxitocina, la que segregaban las madres cuando les entregaban a sus recién nacidos, para poder convivir aun en estas pequeñas comunidades universitarias depositarias del saber que se fueron creando dispersas, aisladas, sin ni siquiera saber si, después del desastre, seguían existiendo.

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El manto del olvido.

Los ingenieros especialistas en estructuras, materiales y fluidos fueron los primeros en dar la voz de alarma: calentamiento y vibración del suelo y de la atmósfera cubierta por la esfera de metacrilato poroso y concentración de enormes masas de energía en las zonas ocupadas por los poderes asiáticos, más bien diría el imperio del que quería ser el Único. Tanta energía concentrada sólo podía deberse a una cosa a principios del III Milenio: ya habían descubierto la aplicación torcida del código, cómo con él podían dar el asalto definitivo a la Humanidad.

Pero es que, a mayor abundamiento, nuestros genetistas, como Marcos EG, ya habían sintetizado en lenguaje máquina el mismo código genético. Y esto era bueno y aceptado por la bioética puesto que, cuando no había más remedio y era ya insalvable, aliviaba la muerte cerebral haciendo olvidar el dolor de su estallido y concentración en la energía cósmica, que tanto nos sigue alimentando el pensamiento.

No, no fue la tan cacareada guerra nuclear la que acabó con la Humanidad, sino este ataque del código del olvido dirigido a todos los seres humanos. No escatimaron medios: fue propulsado en pequeñas cápsulas nucleares, inofensivas éstas en sí mismas, y transmitido en todas las frecuencias de radiación y comunicación conocidas, desde los antiguos infrarrojos, “bluetooh” y “wi-fi” hasta los últimos microcorpúsculos que emulan la sinapsis neuronal a muy largo alcance, llegando por ello hasta el último cerebro del último hombre sobre la faz de la tierra, interfiriendo sus circuitos internos, la comunicación de sus neuronas a través de las dendritas, el proceso del pensamiento, de la sinapsis neuronal…De todos los cerebros saltaron centelleantes chispas eléctricas como de la cabeza de la lejana, fantasmagórica e infeliz criatura del Doctor Frankenstein.

De este modo, la oscuridad de la ignorancia se cernió sobre la Humanidad con el espeso y pesado manto del olvido.

(Continuará)

 

CUARTA ENTREGA

VIAJE AL CENTRO DE INTERNET

La estrategia de Siracusa.

Recapitulemos lo ya pasado antes de abordar cómo nos defendimos nosotros y pudimos con ello mantener casi intactas la mayor parte de nuestras funciones cerebrales. Recordemos que el Mundo estaba en manos de las potencias asiáticas y, en concreto, de su maligno líder, aquel que quería ser el Único. Éste acababa de desencadenar un poderosísimo ataque del código del olvido contra la Humanidad, la que cayó, prácticamente en su totalidad, bajo el pesado manto de la ignorancia. Aprovechó los conocimientos científicos que habían permitido a los ordenadores decodificar y emular, mediante procesos de materialidad/inmaterialidad, todas las sustancias, alimentos e incluso el agua, tal y como eran conocidos en el siglo XXI de nuestra Era. Y también, por supuesto, de toda la materia. De esta manera emitieron ese ataque de la genética del olvido desde Oriente por todas las frecuencias conocidas, desde las antiguas “bluetooh” y otras hasta los últimos microcorpúsculos que emulan la sinapsis neuronal a muy largo alcance, llegando por ello hasta el último cerebro del último hombre sobre la faz de la Tierra, interfiriendo sus circuitos internos, la comunicación de sus neuronas a través de las dendritas, el proceso del pensamiento, de la sinapsis neuronal…De todos los cerebros saltaron centelleantes chispas eléctricas como de la cabeza de la lejana, fantasmagórica e infeliz criatura del Doctor Frankenstein.

De este modo, la oscuridad de la ignorancia se cernió sobre la Humanidad con el espeso y pesado manto del olvido. Pero nosotros quedamos a cubierto del ataque por nuestra peculiar orografía y los ingenios y acciones que ahora voy a narraros.

 

Nuestros ingenieros mecánicos y los expertos en energía fabricaron enormes ingenios articulados sobre los que pivotaban grandes placas, pero en lugar de recoger la energía como era normal para aprovechar la solar en el siglo XXI, fueron capaces de reflectar y neutralizar el ataque mundial de emisiones del código maligno que, por otra parte, rebotaban una y otra vez en la esfera celeste de metacrilato, que hubo de instalarse para proteger la Tierra y purificar, de cuando en cuando, el aire que teníamos que respirar, volviendo al ataque. Pero el viejo sistema de Arquímedes de colocar espejos reflectantes como en el ataque a Siracusa funcionó. Una vez más en la historia nuestra ciudad, Mandarache, se convirtió en el último bastión. Siempre habíamos sido los primeros en los cambios, incluso en las revoluciones y guerras imperiales de todos los tiempos, y los últimos en caer. Mientras resistan estas nuevas murallas, la libertad de pensamiento estará garantizada en su perímetro de acción y, especialmente en su epicentro: la Universidad del Consejo de la Ingeniería Global.

 

Pero algo hay que hacer, primero porque nuestras comunicaciones están muy limitadas, no sabemos si existen otros núcleos de resistencia y, en cualquier caso, es necesario desbloquear para volver a establecer la libertad de flujo del conocimiento para no acabar nosotros empobreciéndonos por la falta de renovación de nuestra memoria de Ignoto. Y, claro, para liberar de la opresión de la ignorancia al resto de la humanidad.

 

Para esta misión hacen falta personas que apliquen el conocimiento teórico que deshabilite el bloqueo. ¿Recuerdan las múltiples imbricaciones de las redes de saneamiento y alcantarillado? Pues algo así como si hubieran sido deliberadamente obstruidas en los puntos estratégicos provocando la imposibilidad del abastecimiento y el desagüe, pero en este caso de las comunicaciones, la información y del conocimiento. Los técnicos mineros, metalúrgicos y geólogos también han contribuido al plan de destape que hemos preparado ya que la Red cegada no sólo es o era la gran autopista de la información, sino que compone o integra elementos materiales inorgánicos, digamos lo que antes se conocía con el nombre de “hardware”.

***

 

 

El último superhombre

Los ejércitos hacía ya tiempo que se habían unificado en una sola Fuerza Armada. La inteligencia y los ingenieros militares trabajan mano a mano con los nuestros. Del Centro de Buceo nos han mandado a un tipo extraordinario. Su preparación psíquica y física ha sido tan esmerada como si hubiera sido diseñada específicamente para esta misión a la que hemos dado el nombre de programa Epsilón. Es capaz de nadar sin parar la misma distancia que antes recorrían los cruceros por el Mediterráneo, desciende en el nuevo mar denso de partículas más de dos kilómetros en apnea, unas tres horas aproximadamente. Yo misma que creí ya carecer de emociones he recordado al verle mis primeros temblores de la carne bajo los haces de luz del faro en las lejanas noches de verano. La vagina termo-plástica-elástica que me han incorporado palpita… ¿Quién mejor que él para adentrarse en la Red y ‘bucear’ en ella hasta encontrar y abrir de nuevo los obstruidos pasajes del conocimiento?

Para la misión, en absoluto fácil, ya se había diseñado e insertado en una web aún no pública elaborada con la última tecnología del diseño “Super Sueños Webmaster, ver. 1.777” (“Superdreamwebmaster”), la cápsula naval ‘NEE Peral & Tramontana’ en honor a los antiguos submarinos. Está dotado de todo tipo de códigos ofensivo-defensivos. Se ha insertado en el navío internáutico una réplica de mí misma, vistiendo mi cerebro y restituyéndome los atributos corporales que un día tuve, como ya he adelantado respecto del órgano sexual. Himilce se llama mi doble. Cómo me hace rejuvenecer esta misión en la que daré apoyo técnico-logístico al hombre que, en clave, hemos llamado Capitán Relámpago. Estamos en la edad del imperio de la imagen, las palabras y casi los demás sonidos se han perdido. Recuerden que ya sólo usábamos los iconos descriptivos y, excepcionalmente, en estos ámbitos académicos y culturales, el nuevo idioma, el anglolatín. Por eso es el Capitán Relámpago y no el Capitán Trueno, ya que antes se ve aquél (mundo de la imagen) que se escucha el trueno (mundo sonoro) debido a la, desde siempre, desigual velocidad de la luz respecto de la del sonido.

El doctor Osada y el equipo médico  del Instituto de Investigación de Materiales y Sistemas Médicos de Avanzada Inteligencia, han reconocido una y otra vez a mi poderoso compañero, Relámpago, y reforzado su masa muscular para que aguante la presión,  que tendrá que soportar allí dentro un hombre de verdad por más entrenado que esté. Filamentos musculares de polímeros nervados irrompibles se le han aplicado. Flamante. Su coronel lo observa con orgullo como si entregara a su hijo en esta misión trascendental.

(Continuará)

 

 

QUINTA ENTREGA

VIAJE AL CENTRO DE INTERNET

Acopio humano del navío internáutico “NEE Nautilus & Peral”.

Estamos ya en la segunda parte o movimiento de esta historia que voy consignando en nuestro cuaderno de bitácora. Hubo una primera parte descriptiva de la síntesis de la evolución hacia el Mundo del imperio absoluto de la imagen y la tiranía del poder Único de origen asiático (“¿Cómo hemos llegado hasta aquí?”), consolidada ya en la parte o movimiento de la acción (“¿Qué hacer en la crítica situación del Mundo? El proyecto Epsilón”) mediante el ataque cibernético del código del olvido, sintetizado informáticamente y emitido en todas las frecuencias conocidas envuelto en cápsulas atómicas. La mayor parte de la Humanidad se ha visto afectada por este ataque dirigido directamente hacia los procesos del pensamiento de la mente humana. Creemos que sólo nosotros hemos podido evitarlo.   Soy la Doctora Tinat (Tania al revés como se vería en un espejo) y ya os he contado cómo nuestros científicos se olieron lo que iba a pasar y cómo los ingenieros desplegaron paneles impermeables al ataque, en lo que dimos en denominar la estrategia de Siracusa por parecerse al despliegue de espejos ingeniado por Arquímedes y que consiguió incendiar las velas de las naves romanas que asediaban la ciudad haciéndolas huir o desmantelándolas. De la misma forma, nosotros conseguimos rebotar el ataque y preservar nuestra capacidad de raciocinio. Pero las autopistas de la información y el conocimiento han quedado cegadas y nosotros nos hemos propuesto volver a liberarlas a través de un viaje al centro de la Red de redes, Internet. Recordad que para ello disponemos de la cápsula internáutica “NEE Nautilus & Peral”. Y del último superhombre, el Capitán Relámpago, el que se ve antes de escucharse, a la inversa que el antiguo héroe el Capitán Trueno. Este ejemplar nos ha sido enviado por el Centro de Buceo de la Armada del Ejército integrado. Y nos habíamos quedado en que su Coronel lo miraba con orgullo como si entregara a un hijo en esta trascendental misión para la Humanidad.

 

Acabo de tomar mi baño de oxitocina, la hormona del amor, de todo el amor, personal, familiar y social: debido a que ahora somos incapaces de segregarla naturalmente, para amar y convivir, aun en nuestro peculiar estado físico incompleto según nos juzgaría un habitante del siglo XXI, hemos de tomarla artificialmente. Me he secado cuidadosamente recordando el temblor de la carne que me produjo la visión del superhombre. Ahora el miedo de que le pase algo malo en la siguiente fase que hemos de acometer, me acecha.

He ido a mi celda de pensamiento, monjes de ello somos, y me he envuelto en mi hábito con capucha, la misma vestimenta con la que deambulan mis semejantes por el claustro de la institución practicando la meditación y conectándose con Ignoto y la Capilla del saber para no olvidar, para entrenar el recuerdo de toda la Ciencia, la Técnica y el Humanismo, en definitiva, de todo el conocimiento.

 

Camino hacia el laboratorio HTML 27, ubicado en uno de los sótanos. Abro la puerta y saludo a mis colegas y al hombretón. “Que la sabiduría y la bondad os iluminen”, saludo que repiten todos ellos. Hay ingenieros informáticos, operadores, genetistas y biólogos, médicos, filósofos y juristas, sin olvidar a los historiadores y a los arquitectos de la nueva materia decodificada genéticamente.

Sin más trámite, a través del “serial port” unido a una campana similar a las antiguas, muy antiguas que se usaban para bucear en las aguas marinas allá por el siglo XX, colocándome bajo ella, he penetrado en el navío internáutico, cambiando a la apariencia de mi doble cibernética, Himilce, toda de apariencia humana femenina, de la bella mujer que fui un día muy lejano. Desde la cápsula ‘submarina’ voy a ser testigo del proceso de desmaterialización y materialización del que será mi compañero de abordo. Ay, Capitán Relámpago, que no sufras percance alguno, por Dios; que todo salga según lo previsto, lo estudiado una y mil veces.

 

Se ha preparado la sala quirúrgica, por decirlo de algún modo comprensible en el lenguaje antiguo de los humanos. En nada se parece a las que se conocieron en el lejano siglo XXI. No hay sangre ni plasma si no es el que deriva del cristal. No hay tejidos si no son los que se extraen del silicio: todo es artificial menos el hombre llamado Capitán Relámpago, y a él también le han ‘retocado’ un poco.   El doctor Osada y el equipo médico  del Instituto de Investigación de Materiales y Sistemas Médicos de Avanzada Inteligencia le   reconocieron una y otra vez y reforzaron su masa muscular para que aguante la presión  que tendrá que soportar allí dentro un hombre de verdad por más entrenado que esté. Filamentos musculares de polímeros nervados irrompibles se le han aplicado.

 

***

La inserción cibernética del código imperfecto humano.

Ahora su código genético va a ser descompuesto. Ha perdido la materialidad en una secuencia de comando que, esperemos, se regenere al insertarlo utilizando la más reciente actualización de la técnica de la poliadenilación citoplasmática, es decir, la ejecución del código ínsito en el gen utilizando como transmisor el ácido ribonucleico, técnica que venía ya descrita como transcriptoma en la antigua Enciclopedia de los Elementos del ADN (ENCODE).  Hay un microscopio bajo cuya lente se pone ese código humano e imperfecto para transmitirlo a modo de escáner a la computadora. Toda la secuencia va a ser monitorizada. Ahora, insertar, insertar. El ordenador aúlla “nuevo registro”, “nuevo registro no materializado, ¿desea darlo de alta? Introduzca clave de acceso. El acceso será denegado en cinco segundos”. La tensión sube hasta el límite en el equipo del proceso. El doctor Osada, es decir, su cerebro, que es lo que le queda, suda a chorro. Rápido, cortar y pegar la secuencia genética. El ordenador está a punto de estallar y el monitor emite un pitido continuo: la vida del Capitán corre un serio peligro. Pegar. Ok. Y el monitor señala ya por fin las constantes vitales normales del hombre, de la primera persona real y no virtual que accede a este mundo cibernético. Primer paso dado con éxito.

 

Lo tengo en mis brazos mientras se repone del tremendo shock que ha sufrido. Se sacude las piernas como los antiguos conductores cansados de muchas horas de viaje. Descansaremos un poco antes de que el entorno web creado para nosotros sea alojado en un servidor neutral para desde allí partir a la aventura: el viaje a las entrañas de Internet.

 

(Continuará)

 

 

 

 

SEXTA ENTREGA

VIAJE AL CENTRO DE INTERNET

¿Qué es el proyecto Epsilón?

No fue la tan augurada guerra nuclear la que acabó con la Humanidad tal y como la habíamos conocido hasta los comienzos del Tercer Milenio de nuestra era. Entre los años treinta y cuarenta de su primer siglo, la economía entró en recesión absoluta generando un flujo de poder económico y político a favor de las potencias asiáticas, dominadoras de la informática. Las palabras fueron desapareciendo a favor de los iconos. El propio Bill Gates había tenido la culpa en principio. Todo eran simbolitos que representaban las cosas. Simultáneamente los objetos fueron teniendo su réplica informática. Incluso las personas teníamos nuestros clones en el seno del mundo virtual. ¿Era uno responsable de lo que hacía su doble en Internet?, se preguntaba la Ciencia Jurídica. Esto nos llevó a un mundo en todo se encontraba codificado en secuencias informáticas, de la misma forma que se habían descompuesto los códigos genéticos, en principio para curar enfermedades que terminaron desapareciendo como el cáncer. Todos los que vivíamos aquellos lejanos años de 2007 y 2008 seguíamos haciendo en la actualidad, aunque fuera conservando únicamente nuestro cerebro envuelto en una esfera de metacrilato poroso y extremidades mecánicas como me pasaba a mí misma, que soy la Doctora Tinat (Tania al revés) y os estoy relatando esta crónica de la recuperación del conocimiento y la memoria y, en definitiva, de la dignidad del ser humano. Pero ese poder de codificación/decodificación que implicaba la materialidad/inmaterialidad de las personas y las cosas, es decir la posibilidad de descomponer los códigos genéticos y recomponerlos al gusto e insertarlos en la Web, tuvo su correspondiente uso desviado. El Único, gobernador absoluto de los poderes asiáticos, provocó el ataque. ¿Para qué destruir a los hombres si se les podía dominar por completo? Así fue lanzado por todos los medios el código del olvido, es decir, la secuencia génica que dominaba la facultad de pensar y recordar. Este código sumió a casi toda la Humanidad en la ignorancia y bloqueó los accesos a las fuentes del conocimiento y la posibilidad de comunicarse por la Red. Nosotros nos salvamos desviando ese fatal ataque mediante placas que lo reflectaron y desviaron hacia tierra, neutralizándolo casi por completo. Para recuperar la libertad del conocimiento y de los pueblos dominados, nuestros equipos multidisciplinares de ingenieros, médicos, juristas, filósofos, geólogos, etc., han diseñado un plan. Se llama Proyecto Epsilón. Mi compañero, el hombre real, el Capitán Relámpago y mi doble, llamada Himilce (una recomposición de cómo era yo de joven con todos mis atributos) ya nos encontramos a bordo de la cápsula internáutica “NEE Nautilus & Peral”. Insertar al Capitán, como relatábamos ayer, sí que fue un proceso de alta tensión: fue descompuesto, escaneado, insertado y recompuesto en el interior de la web neutral en la que ahora nos encontramos pendientes para zarpar hacia las entrañas, hacia el centro de Internet.

Hasta ahora no había contado el porqué del nombre de la operación o proyecto. Epsilón es la quinta letra del alfabeto griego. En matemáticas, “ε” suele designar pequeñas cantidades, o cantidades que tienden hacia cero, en particular en el estudio de los límites o de la continuidad. De esta manera el proyecto Epsilón pretende eliminar los límites y permitir la continuidad en  la red de redes, de la posibilidad de comunicarse libremente; de emitir y difundir las ideas y los pensamientos por cualquier medio telemático, imprescindible hoy día pasado el primer tercio del primer siglo del Tercer Milenio, y de recibir e ilustrarse con todo el conocimiento, todo el saber ‘enlatado’ en Internet., cuyos accesos han sido bloqueados por el Único, gobernador absoluto de las potencias asiáticas mediante el dramático ataque del código secuenciado del olvido y la sinrazón.

Yo, ahora llamada Himilce, iré escribiendo en este cuaderno de bitácora escrito en la nueva lengua anglolatina todas cuantas incidencias ocurran durante la ‘travesía’. Nuetra cápsula internáutica está dotada de todo tipo de códigos ofensivo-defensivos. Creemos que serán suficientes para neutralizar cualquier ataque que podamos sufrir en nuestro viaje. Además contamos  con productos sustitutivos del ejercicio físico o complementario de él, para que el Capitán Relámpago (que precede al Trueno) no pierda ni un ápice de su poder físico y aun psíquico. Son sustancias codificadas tales como el AICAR, que había sido probada, testada diríamos, en animales que corrieron hasta un 44% más de tiempo que aquellos que no recibieron el tratamiento. El segundo compuesto, llamado GW1516, tiene un impacto más espectacular en la resistencia física, pero sólo si se combina con ejercicio. Para que lo haga contamos en la nave con un extraordinario traje de buceo y espacial, con su escafandra de nuevos materiales inteligentes pero que conserva la forma de las antiquísimas que usaron los buzos del siglo XIX.

Pero esto anterior no es todo. Lo más importante es el mapa o guía trazada por nuestro expertos y que nosotros deberemos seguir en principio, salvo que las circunstancias allí dentro nos obliguen, previo contacto cifrado con la base para recibir nuevas instrucciones, a cambiar la derrota del navío internáutico.

Ya os he hablado de la  oxitocina, la hormona que segregaban las madres al recibir en sus brazos a los recién nacidos, la que se segregaba después de hacer el amor, la hormona también de la simpatía y la sociabilidad. Ahora, incapaces de segregarla por nosotros mismos, tenemos que tomarla en baños de su código para mantener el amor en todas sus formas, el amor por nuestros semejantes que si ya se había perdido en gran medida, después de ataque del código maligno del olvido, sí que hemos dado por totalmente desaparecida de la faz de la Tierra. Además de llevar varios tanques repletos de ella en la cápsula internáutica o submarino “NEE Nautilus & Peral” para irla dispersando de nuevo e intentar desbloquear la situación, resulta que su código genético es el que nos ha dado la clave de la ruta a seguir. Y es que ese código curiosamente se articula como las hiladas de las antiguas hormigas laboriosas en el interior del hormiguero. Todo el mundo sabe que ellas eran los animales más sociables de la Tierra. Y estudios de nuestros expertos económicos ya demostraron hace tiempo que la gente se movía por la Red siguiendo los mismos patrones sociales que las hormigas. De esta manera sabían aconsejar muy bien a las empresas y los particulares sobre cómo estructurar sus páginas web o cómo encontrar la información deseada nada más que siguiendo criterios de afinidad o equivalencia de intereses. En definitiva y al igual que en la vida misma, cada uno busca y se junta con gentes con las que comparte gustos y opiniones. Estudios de la Universidad de Barcelona hablaban de sociabilidad fractal, es decir, como ríos de afinidades y conocimientos. Reconstruyendo esos criterios, que están cifrados en la genética de la oxitocina, es cómo habremos de encontrar el camino hacia las fuentes del conocimiento insertas en Internet y ahora cegadas como consecuencia del ataque. Y a ello vamos con toda nuestra energía y sobre todo con la realidad y humanidad del Capitán Relámpago.

***

Buena mar y buena singladura.           

Que el capitán sea real quiere decir que, como genuinamente humano, es libre, es libre aun para equivocarse. Pero es que era y es necesario alguien así para esta misión, con capacidad de discernir y tomar decisiones según lo vaya requiriendo la misión. Como Flash Gordon en las Cavernas de Mongo. Como el Capitán Trueno en sus aventuras para que imperase la justicia. Como tantos y tantos héroes que han llenado páginas de la literatura y, especialmente, de la ciencia ficción. Como tantos y tantos personajes y equipos que ha sobresalido en la Historia de la Ciencia y la Técnica y el Arte…

Cuando se repuso del proceso de inserción me dijo: “Me gustas más así que sólo con tu cerebro al desnudo, pequeña”. Ahora vamos navegando por las páginas de nuestra red interna. Debemos alcanzar el puerto de salida htt515, que es el que temporalmente se ha abierto para que podamos salir. Una vez fuera se cerrará por razones evidentes de seguridad y nosotros quedaremos a merced de lo que haya quedado ahí fuera tras el ataque a la memoria de los humanos y el paralelo bloqueo de los accesos a las fuentes del conocimiento. Deberemos sortear innumerables peligros: antivirus y virus destructivos, cortafuegos, sumideros de información en los que, como los agujeros negros de las galaxias, podríamos sucumbir. Habrá aventura para rato. De momento todo lo que puedo decir es que mi intuición me indica que al final de tantas posibles penalidades, podrá surgir el amor y un nuevo Renacimiento para la humanidad ahora injustamente sometida a la esclavitud del pensamiento único.

 

(Continuará en algún momento)

Texto: Aniceto Valverde Conesa

Ilustraciones: Pedro García Raja, salvo chiste gráfico de “El Roto”

Web: www.expresodemandarache.es

 

 

 

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